Las amistades neonazis del secretario belga que ofreció asilo a Puigdemont

, | 30 octubre, 2017

Theo Francken asistió al cumpleaños de un antiguo activista nazi y puso en tela de juicio la aportación que hacen a la economía de Bélgica los inmigrantes marroquíes y congoleños

IGNACIO CEMBRERO. EL CONFIDENCIAL.- Bob Maes celebró su 90 cumpleaños en octubre de 2014 en el salón de actos del Ayuntamiento de Zaventem, en la periferia de Bruselas. En su adolescencia, había sido miembro de la Juventud Nacional Socialista de Flandes, y cuando estalló la II Guerra Mundial, se afilió a la Liga Nacional Flamenca, una organización que colaboró estrechamente con el ocupante nazi de Bélgica.

Tras la liberación, en septiembre de 1944, Maes se entregó a la policía; estuvo un año encarcelado y fue privado de sus derechos civiles durante otros 20. A finales de los años cuarenta reanudó, sin embargo, su actividad política fundando una milicia flamenca ultraderechista.

En la fiesta de cumpleaños del nonagenario irrumpieron un par de responsables de la Nueva Alianza Flamenca, un partido derechista y separatista que gobierna en coalición en Flandes y en toda Bélgica. Theo Francken, de 39 años, secretario de Estado de Asilo e Inmigración del Gobierno federal, era uno de ellos. Tres años después, Francken se mostró dispuesto a ofrecer asilo político al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont y a aquellos nacionalistas catalanes que lo necesitasen, porque dudó de que tuvieran derecho a un juicio justo en España.

“La situación en Cataluña está degenerando”, comentó Francken ante las cámaras de la televisión flamenca VRT. “Se puede suponer, de manera realista, que unos cuantos catalanes van a pedir asilo en Bélgica”, añadió. “Y pueden hacerlo; aquí tenemos la ley”. “Podrán pedir protección e introducir una solicitud de asilo a la que responderemos adecuadamente”. “Veremos lo que va a suceder en las próximas horas o días”, concluyó.

El brindis con champán de Fracken con el nonagenario Maes fue desvelado, el 14 de octubre de 2014, por el izquierdista Partido del Trabajo de Bélgica (PTB) durante la sesión de investidura del Gobierno de coalición que encabeza Charles Michel. A los diputados del PTB les resultó fácil encontrar las pruebas de la asistencia de Francken al cumpleaños. Las fotos habían sido colgadas en la web de la agrupación de Zaventem de la Nueva Alianza Flamenca. Fue el partido el que alquiló la sala del consistorio para celebrar allí la fiesta.

Francken no se achantó ante las peticiones de dimisión o de destitución que el PTB y el partido ecologista formularon en el pleno del Parlamento. Justificó su presencia en aquel acto recordando que Maes acabó su carrera política con un carné de afiliado a la Nueva Alianza Flamenca. Tachó de “inaceptable la caza de brujas contra un nonagenario”.

Bob Maes no cometió, sin embargo, en los años cuarenta un error de juventud del que esté arrepentido tras su paso por la prisión. “Nunca ha renegado lo más mínimo de su pasado”, escribió Manuel Abramowicz, director de la revista digital ‘RésistenceS.be’ y especialista de los movimientos extremistas. “Podemos describirle como un antiguo activista pronazi y un nostálgico del nuevo orden”, recalcó.

Horas después de que Francken formulara su ofrecimiento de protección, el primer ministro belga, Charles Michel, publicó un comunicado en el que aseguraba que el asilo “no estaba en el orden del día” y le instaba a “no echar más leña al fuego” en la ya de por sí complicada relación con España.

El primer ministro belga, Charles Michel. (Reuters)
El primer ministro belga, Charles Michel. (Reuters)

El Gobierno español no quiso reaccionar a las palabras de Francken con una nota verbal de protesta o convocando al embajador de Bélgica en Madrid, según indican fuentes diplomáticas. Sí lo hizo Esteban González Pons, portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo, quien sostuvo que el secretario de Estado belga había proferido “un ataque inaceptable (…) a otro Estado de la UE como España que, espero, sea corregido inmediatamente”.

Philippe De Bruycker, profesor de derecho europeo de la inmigración y asilo en la Universidad Libre de Bruselas, recordó por su parte en la televisión francófona belga (RTBF) que la concesión del asilo a un ciudadano de un Estado miembro de la UE por otro Estado no es en principio admisible. Si, excepcionalmente, un Estado decide hacerlo, debe inmediatamente informar al Consejo Europeo. “Sería una decisión política con graves consecuencias”, advirtió.

Las palabras de Francken son reveladoras de las simpatías que suscita el independentismo en Cataluña entre los nacionalistas flamencos. Bart De Wever, presidente de la Nueva Alianza Flamenca y alcalde de Amberes, puso, por ejemplo, el 25 de septiembre un tuit revelador: “La actitud de Madrid es estúpida e inaceptable. Dejen a los catalanes votar” el 1 de octubre. En la fachada de algunas de sus sedes, el partido de De Wever ha colocado banderas esteladas.

No fue el domingo la primera vez que Francken puso en aprietos al primer ministro Michel, un liberal valón que encabeza una coalición gubernamental con nada menos que tres partidos flamencos entre los cuales predomina la Nueva Alianza Flamenca. En marzo pasado, ya le recriminó por haber puesto algunos tuits en los que acusaba a Médicos Sin Fronteras de fomentar la trata de seres humanos y la inmigración ilegal con sus operaciones de rescate en el Mediterráneo central. A petición de Michel, Francken aceptó reunirse con responsables de la ONG y reconoció a continuación que había ido “demasiado lejos”, pero no se disculpó.

El secretario de Estado es un adicto a las redes sociales, en las que sus pronunciamientos generan con frecuencia polémicas. Cuando solo era diputado, colgó en su página de Facebook, en noviembre de 2011, un artículo del semanario ‘The Economist’ que ensalzaba la aportación de la inmigración a las economías occidentales. Añadió Francken un comentario despectivo preguntándose cuál era el valor añadido de la inmigración marroquí, argelina y congoleña. En Bélgica, la mayoría de los inmigrantes son de origen marroquí y turco, aunque hay también un buen número de congoleños, porque la República Democrática del Congo fue colonia del rey de los belgas hasta 1908 y después pasó a serlo del Estado belga hasta 1960 .

 

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