La ultraderecha alemana se estrella con la llegada de la pandemia

| 21 junio, 2020

AfD pierde terreno en las encuestas a pesar de haber esperado durante años una crisis sistémica como la actual. En un momento histórico de incertidumbre sanitaria y económica, los ciudadanos ven en Merkel un ancla de seguridad

ANDREU JEREZ. EL PERIÓDICO.- Cualquiera diría que la joven ultraderecha alemana llevaba años esperando una coyuntura como la actual: una pandemia global que amenaza con generar una crisis de tal magnitud que ponga en peligro la estabilidad del sistema político de la República Federal y le permita seguir escalando electoralmente para quién sabe si incluso alcanzar el poder a través de vías constitucionales.

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Alternativa para Alemania (AfD) lleva semanas perdiendo terreno en las encuestas de intención de voto, prácticamente desde que la pandemia alcanzó oficialmente Alemania y el Gobierno de Angela Merkel comenzara a tomar medidas para contenerla. La última proyección la coloca en un 8%, muy por debajo del 12,6% que obtuvo en las últimas elecciones federales del 2017 y que la convirtió en la tercera fuerza del Bundestag.

Teniendo en cuenta que hace tan solo unos meses – tras  el terremoto político de Turingia -, AfD  llegó a suponer una seria amenaza para la continuidad del gobierno de gran coalición liderado por Merkel, la pregunta se hace inevitable: ¿Por qué los ultras alemanes están precisamente ahora en mínimos de intención de voto?

Una cancillera bregada

El primer y aparentemente principal motivo de ese retroceso es la incertidumbre sanitaria y económica generada por la pandemia; en un contexto de enormes inseguridades respecto al futuro, Merkel, bregada en unas cuantas crisis y firme defensora del cordón sanitario a la ultraderecha, aparece como un ancla de seguridad. A ello también han ayudado las señales lanzadas por la gran coalición que lidera: Berlín asegura que no escatimará en gastos para amortiguar las consecuencias de la pandemia. El paquete de 130.000 millones de euros de gasto público acordado por conservadores y socialdemócratas para reactivar la economía apunta en esa dirección.

En segundo lugar, la pandemia ha dejado en fuera de juego el principal tema de la agenda ultraderechista: la inmigración. La eliminación efectiva de la libre circulación en el espacio Schengen y la reintroducción del controles parciales en las fronteras de Alemania para frenar la propagación del virus han eliminado de un plumazo la cuestión migratoria de la agenda política. 

«No creo que el tema de los refugiados vuelva pronto a convertirse en central», considera Herfried Münkler, politólogo y exasesor de Merkel, que apunta que AfD podría intentar recuperar sus orígenes euroescépticos para relanzarse electoralmente: si el programa de ayudas de la Comisión Europea, que supone una mutualización efectiva de la deuda europea, no consigue cerrar la brecha económica entre el centro y la periferia de la UE, ese fracaso podría ser capitalizado por AfD.

Divisiones internas

Antes de la llegada de la pandemia, AfD ya tenía un serio problema por resolver dentro de sus filas: las graves divisiones entre el ala nacional y populista –algo más moderada– y el sector etnonacionalista –cercano al neonazismo–. La reciente expulsión del partido de Andreas Kalbitz, líder de AfD en el estado de Brandeburgo e integrante de la facción más radical, evidenció más que nunca antes el peligro de descomposición del partido.

Como apunta Sebastian Friedrich, politólogo y uno de los mejores analistas de la extrema derecha alemana, AfD ha conseguido superar desde su fundación en el 2013 todas sus batallas internas, pero el ‘caso Kalbitz’ podría ser diferente: «AfD difícilmente saldrá indemne de la actual lucha de poder», escribe Friedrich.

La facción etnonacionalista tiene tanto poder dentro del partido que si pierde la batalla podría estar dispuesta a fundar una nueva formación. Si a ello le sumamos que la inteligencia alemana pronto podría declarar al partido al completo objeto de su vigilancia –actualmente solo controla al ala más radical–, la fuerza ultraderechista más exitosa de la historia de República Federal podría estar a las puertas de la tormenta perfecta.

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