La ultraderecha alemana inicia una operación para eliminar su ala neonazi

, | 31 mayo, 2020

La polémica formación antieuropea y racista AfD, ahora en momentos bajos, sostiene una cruenta batalla para hacerse con el control

JUAN CARLOS BARRENA. HOY.- Traición. Con esa palabra definen sus seguidores la expulsión del partido de Andreas Kalbitz, hasta ahora jefe de la ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) en el estado federado de Brandeburgo. Una medida orquestada por el presidente federal de la polémica formación, Jörg Meuthen, que parece haber iniciado una operación de limpieza de elementos neonazis en sus filas y que ha dado lugar a una lucha abierta por el poder que podría incluso costarle la cabeza.

Traición es también la palabra usada por el ideólogo del ala más radical y extremista de derechas de AfD y líder del partido en el estado de Turingia, Björn Höcke, que tenía hasta ahora en Kalbitz a su alumno más aventajado. En el partido hablan abiertamente de «batalla final» por el control de la polémica formación antieuropea y racista. Y de guerra sucia. Esta semana aparecía en las redes sociales un cartel de busca y captura «vivo o muerto» con el retrato de Meuthen y el texto ‘Enemigo público número 1 de Alemania’ que se atribuye al ala más radical de AfD.

LAS CLAVES:

Contienda intestina.La expulsión de Kalbitz, líder del sector más radical, es tachada de traición por sus seguidores

La nueva guerra intestina en el seno de la ultraderecha alemana se produce además en un momento de extremo bajón de popularidad. En septiembre de 2018 los sondeos electorales les atribuían un 18% de votos a nível nacional, ahora les otorgan poco más de la mitad que entonces. Su caballo de batalla, la crisis de los refugiados y la migración ilegal, han desaparecido de los titulares de los medios y de las preocupaciones del pueblo alemán. Y la buena gestión de la epidemia del coronavirus por parte del Gobierno de la canciller federal, Angela Merkel, les impide lucirse con ataques desaforados contra el Ejecutivo. Ni tan siquiera están consiguiendo liderar las manifestaciones en Alemania en protesta contra las restricciones civiles dictadas para combatir la pandemia.

Pero lo que más pesa sobre Alternativa para Alemania es la amenaza de verse observada permanentemente por los servicios interiores de inteligencia, la Oficina Federal para la Defensa de la Constitución (BfV), un paso previo a su posible ilegalización como formación sospechosa de no respetar el estado de derecho. Esa vigilancia fue aplicada ya por la BfV a ‘El Ala’, la fracción más radical y ultranacionalista de AfD. Viendo que la espada de Damocles de la observación estatal se cernía sobre la totalidad del partido, ‘El Ala’ se autodisolvió hace dos meses presionada por Meuthen y los más moderados de los populistas. Pero aunque disuelta oficialmente, sus dirigentes, entre ellos Höcke y Kalbitz, en vez de pasar a un segundo plano, buscan ahora el control total del partido.

Guerra interna

En plena guerra entre moderados y radicales, el presidente de AfD decidió atajar las aspiraciones de los más extremistas y presionó a la dirección del partido para forzar la expulsión de su máximo representante en Brandeburgo y líder del grupo parlamentario regional. Andreas Kalbitz, antiguo soldado profesional del Ejército Federal, fue acusado para ello de ocultar al solicitar su ingreso en el partido su antigua pertenencia a organizaciones neonazis como las ya prohibidas Juventudes Alemanas Fieles a la Patria (HDJ), un calco de las Juventudes Hitlerianas de la época nazi.

Siete miembros de la ejecutiva federal votaron hace una semana a favor de la expulsión y cinco en contra, entre ellos el propio Kalbitz en el que sería su último acto oficial como miembro de la formación. El afectado, sin embargo, no ha tirado la toalla. El lunes sus compañeros de partido en la cámara regional de Brandeburgo le confirmaron unánimemente como líder parlamentario y pocos días después apelaba la decisión de la ejecutiva ante el tribunal federal arbitral de AfD.

La expulsión repentina de Kalbitz no sólo ha despertado las iras del ala extremista y su principal ideólogo Bjorn Höcke, un revisionista del pasado nazi que califica de vergüenza nacional el Monumento al Holocausto en el centro de Berlín. También ha indignado a otros poderosos del partido como los líderes parlamentarios de AfD en el Bundestag, la cámara federal, Alexander Gauland y Alice Weidel. Ambos han declarado publicamente su respaldo al expulsado y no creen que la decisión de la ejecutiva federal llegue a ser definitiva.

El dúo de líderes parlamentarios y el presidente del partido están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias y a dirimir la discusión y el futuro del ala ultranacionalista del partido en un congreso extraordinario pendiente de convocatoria. Meuthen considera incluso que se trata de «una buena idea para aclarar cual es el quorum» en el seno de la formación y afirma estar «seguro de tener a la mayoría» respaldando su curso.

Los antecedentes no juegan a su favor. El profesor de economia Bernd Lucke, que fundó Alternativa para Alemania en 2013 como partido euroescéptico y en protesta por la política de rescate de la Eurozona tras la crisis financiera mundial, fracasó en 2015 en el intento de domar a unas bases cada vez más ultraderechistas y fue forzado a abandonar la formación junto a un pequeño grupo de seguidores. Fue Bjorn Höcke el que orquestó la asonada.

Dos años después le toco el turno a su sucesora Frauke Petry, que horrorizada con la radicalización hacia el ultranacionalismo de AfD intento frenar al ala más nacionalista del partido. También fue Höcke el que movió los hilos para que fuera derrocada. Aun no está claro que los seguidores del líder de AfD en Turingia se vuelvan a imponer. En esta ocasión parece todo más complicado y difícil. Sobre todo por la permanente amenaza de verse minuciosamente observados por los servicios interiores de inteligencia. Pero nadie duda de que si Meuthen fracasa en su intento de poner a raya a los ultras, AfD desbarrará hacia el extremismo más radical y el partido quedará en manos de quienes hacen apologia del nazismo.

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