La Seguridad Social necesita más de cinco millones de inmigrantes

| 13 agosto, 2018

13/08/2018 El Mundo.- Las bajas tasas de natalidad unidas al aumento de la esperanza de vida harán que España se convierta, en un futuro cercano, en el segundo país más envejecido del mundo. Así lo evidencian las proyecciones demográficas de la OCDE y así lo señalan también otros organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en más de una ocasión ha advertido de los graves problemas que tendrá la Seguridad Social en este contexto. Por ello, la institución que dirige Christine Lagarde expone que una solución muy potente es la inmigración y, en concreto, estima que el sistema necesitará más de cinco millones de extranjeros hasta 2050.

La llegada de «5,5 millones de personas hasta 2050, partiendo de la base de que el 90% de esa migración se encuentra en edad de trabajar», explica el FMI, relajaría sensiblemente la tasa de dependencia. «Las migraciones que aumentan el número de trabajadores elevan también el número de contribuyentes al sistema de pensiones», añade el Fondo, que recuerda también que en España ya se han vivido otros procesos de llegadas de trabajadores foráneos.

«En España existen precedentes de altos niveles de migración. El país registró una importante llegada de inmigrantes a principios de los años 2000. Asimismo, una medida adicional sería la de introducir cambios políticos para reducir la emigración», explica el Fondo Monetario Internacional.

De esta manera, las recomendaciones del FMI respaldan los argumentos del Gobierno, que en las últimas semanas ha respondido a las manifestaciones en materia de inmigración del líder del Partido Popular, Pablo Casado, y del máximo dirigente de Ciudadanos, Albert Rivera. Ambos políticos, en mayor o menor medida, han exigido al Ejecutivo de Pedro Sánchez que debe regular la llegada de inmigrantes irregulares y le han acusado de generar un efecto llamada al acoger 629 migrantes del barco Aquarius.

El Gobierno, y en particular el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, les respondió afirmando que el «sistema de protección social necesita que haya millones de cotizantes», por lo que «los extranjeros son más una oportunidad que una amenaza». «La llegada de extranjeros siempre ha sido vista como una amenaza. En 2005 se decía algo muy similar a lo que se dice ahora, pero la llegada de extranjeros debe verse como una oportunidad de reponer la pirámide demográfica, de mantener nuestro estilo de vida», añadió Granado, que incluso relacionó de manera directa la llegada de trabajadores foráneos con las aportaciones a la hucha de las pensiones.

Así, el responsable socialista expuso, durante la última presentación de las cifras de paro y afiliación, que «el incremento de sus cotizaciones [de los cotizantes foráneos] fue lo que permitió el incremento de las aportaciones al Fondo de Reserva», que a su vez hizo posible que los pensionistas no sufriesen recortes en sus pensiones durante la crisis. «Tras una crisis económica durísima, la diferencia entre los países que peor hemos soportado la crisis es que en España, gracias al Fondo de Reserva, las prestaciones de los pensionistas no tuvieron que disminuir», señaló.

Impacto sobre el crecimiento

Además, al positivo impacto que la inmigración tiene sobre la Seguridad Social hay que sumar su contribución al crecimiento económico. El hecho de que haya más trabajadores jóvenes supone una fuente de riqueza para una país, y en el caso concreto de España contrarresta los efectos negativos del envejecimiento de la población. En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos estima que la estructura demográfica de la población lastrará, hasta en medio punto porcentual, el crecimiento y la mejora de los estándares de vida en países como Corea, Grecia y, por supuesto, España.

Esto, sumado a la estructura y capacidad de la economía española, hace que la misma OCDE estime que crecimiento medio del Producto Interior Bruto (PIB) per capita entre 2018 y 2030 será de apenas un 1,1%. El dato es sensiblemente inferior al 1,7% registrado entre 2000 y 2007 y, aunque es muy similar a los que presentan Francia, Alemania o Reino Unido, se queda lejos de la media de la Organización.

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