La polémica del burkini llega a Villalba e incendia el pueblo de Fraga y Rouco Varela

| 8 septiembre, 2017

Un parque acuático impide el paso a dos jóvenes musulmanas que trataron de acceder con el burka playero. El ayuntamiento alega razones de seguridad

PABLO LÓPEZ VIGO. EL CONFIDENCIAL.- Una vestía mallas de neopreno. La otra llevaba ropas más caseras, porque, como confesó después, conseguir un burkini por internet cuesta más de 50 euros. Pero ninguna de las dos pudo ni siquiera entrar en el recinto, al que solo se permite el acceso ya en bañador. “No tuvimos opción a cambiarnos. Nos dijeron que el acceso estaba prohibido con ropa de calle, que nos teníamos que poner por lo menos un pantalón corto”, relata la misma joven, que se pronuncia de forma tajante sobre la posibilidad de cambiar de atuendo: “No puedo ni quiero. Llevo siempre velo y por querer bañarme no tengo que sacarme toda la ropa”. Y añade: “Me quedé flipando. No me parece bien. Me baño así en la playa y nunca tuve problema. La gente mira, pero me da igual”.

Al menos una de las dos jóvenes nació en Lugo, fue bautizada católica y hasta realizó la primera comunión. De acuerdo con su relato, se convirtió al islam hace menos de un año, porque “navegando por internet” vio “cosas que le hicieron reflexionar”. Desde entonces lleva velo y se baña en burkini “por respeto a sí misma”.

Según ha explicado la asociación Bonhomía, uno de los trajes se compró en Marruecos, de donde procede la familia, y el otro en España. Fue la asociación lucense la que tramitó la queja ante el ayuntamiento villalbés, aunque consciente de que las consecuencias serán nulas. Su intención consiste en todo caso en dar a conocer el suceso. “Que se den cuenta de su error”, reclama la joven. “Nos gustaría que no se volviera a repetir con más gente lo mismo que nos pasó a nosotras. Sientes rechazo, ves a los demás que sí se pueden bañar y tú no, y no hace gracia. Lo único que queremos es libertad para poder bañarnos”, añade.

El alcalde de Villalba, Agustín Baamonde, rechaza el más mínimo rastro de xenofobia en la prohibición del acceso a la zona recreativa. “Se está haciendo una tormenta en un vaso de agua”, denunció, porque es, asegura, una situación que se repite a menudo, “tanto en la piscina municipal como en el parque acuático» de A Magdalena. “No es un caso de xenofobia, ni un problema de religiones. Es, simplemente, una cuestión de aplicación de las normas de las propias instalaciones, que están perfectamente especificadas a la entrada y que determinan cómo tiene que ser el vestuario de los usuarios”, indica.

Higiene y seguridad

Baamonde atribuye la norma a una cuestión de seguridad. Es el mismo argumento que emplea el gerente de la empresa concesionaria de las instalaciones, que asegura que fue informado por los socorristas de que las dos jóvenes querían acceder a la piscina con ropa de calle. “Eso no está permitido, por higiene y por seguridad”, declara el gerente. “Hay una normativa que llevamos aplicando desde hace muchos años, que para acceder es obligatoria una ducha y entrar con bañador”, explica. Según su versión, los socorristas entendieron que la vestimenta no era la adecuada, ya que no podrían deslizarse por los toboganes con las prendas que llevaban.

El alcalde advierte de que “quien accede a la instalación tiene que cumplir las mismas condiciones que las demás personas que la usan”. También subraya que no es la primera vez que sucede algo similar, ya que ocurre “con frecuencia” que “se le deniega el paso a personas por su indumentaria”.

El de Villalba es el primer caso conocido de prohibición del acceso a un parque acuático a mujeres con la polémica combinación de burka y bikini, aunque son numerosos los que cuentan con un reglamento que impide la entrada con otro atuendo que no sea el bañador tradicional. El caso más llamativo es el de Castro de Rei, también en Lugo, en el que su alcalde, Francisco Balado, asegura que no dejará que nadie se bañe vestido, “por razones higiénicas y sanitarias principalmente y para no generar un problema de salud pública”.

El caso francés

El burkini se convirtió en uno de los grandes debates del pasado verano en Francia, tras varios enfrentamientos entre autoridades locales y bañistas musulmanas. Distintos ayuntamientos tramitaron ordenanzas que amparaban la prohibición de la polémica prenda, que incluso provocó tensiones en el Gobierno. El Tribunal Constitucional dictaminó que ayuntamientos como Cannes, Niza y Marsella cometieron “una violación grave y manifiestamente ilegal de las libertades fundamentales” con su prohibición. Fue una decisión controvertida, en un país de tan arraigado laicismo estatal.

En España también se han registrado múltiples vetos al burkini, por lo general por razones de seguridad en parques acuáticos, como ha ocurrido en Cataluña, mientras que en Marruecos su uso está vetado en centros recreativos playeros de carácter privado. Durante la polémica en Francia, un parque acuático decidió crear una jornada de burkini para musulmanas, en la que las mujeres debían acudir cubiertas del pecho a los tobillos y se prohibió el acceso a los varones mayores de 10 años.

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