La nieta de Martin Luther King, en la marcha de Washington: «Nuestra generación acabará con el racismo»

, | 29 agosto, 2020

La protesta conmemora los 57 años del emblemático discurso del líder de los derechos civiles Martin Luther King, «Tengo un sueño»

PABLO PARDO. EL MUNDO.- Jonessa, de 32 años, viajó el jueves desde Seattle, donde trabaja como conserje en un hotel, a Washington, para llegar al Mall, el gran parque lleno de monumentos del centro de la ciudad, a las 7 de la mañana. Se hizo 3.750 kilómetros en línea recta -más que la distancia de Madrid a Damasco- para plantarse en el área reservada a los participantes registrados en la marcha conmemoratoria del discurso que pronunció Martin Luther King en 1963 y que incluyó la archifamosa frase: «Tengo un sueño: que un día mis cuatro hijos pequeños vivan en un país en el que no sean juzgados por el color de su piel, sino por su personalidad». Fue un llamamiento al final del racismo de Estados Unidos, justo en el centenario de la abolición en ese país de la esclavitud, para lo que fue necesaria una guerra civil que es, a día de hoy, el conflicto más sangriento que ha sufrido la primera potencia mundial.

«Vine para ser parte de un movimiento histórico», explicaba Jonessa. Ciertamente, la afluencia de público era enorme. Pero también lo requería la ocasión. El lema de la concentración era ‘Decidles que quiten sus rodillas de nuestro cuello’. Era una referencia directa a la muerte del afroamericano George Floyd el 28 de mayo cuando el policía blanco Dereck Chauvin puso su rodilla en su cuello durante ocho minutos y 47 segundos.

Así que la marcha llega en el momento en el que Estados Unidos vive su mayor oleada de violencia racial precisamente desde el asesinato del hombre que tuvo el sueño, Luther King, en 1968. La muerte de Floyd, grabada en vídeo, fue el desencadenante. El sábado, una nueva filmación reactivó la tensión, cuando Jacob Blake, otro afroamericano, recibió siete tiros de la policía a una distancia de pocos centímetros de su cuerpo que le van a dejar paralitico.

El Monumento a Lincoln en el que King pronunció sus palabras se convirtió en un acto reivindicativo. La nieta del reverendo asesinado Yolanda King, retomó la frase de su abuelo al dirigirse a la multitud con un «tengo un sueño: vamos a ser la generación que desmantele el racismo sistémico de una vez por todas».

«QUE ALÁ ME PERDONE»

Fue un mensaje de esperanza que chocó con otros, más en la línea de Malcolm X, el líder negro radical que criticó el discurso de 1963 y acusó a King de, literalmente, «bailar con los opresores». La jornada arrancó con el organizador de la jornada, el reverendo Al Sharpton, declarando que «estamos hartos de promesas rotas», y continuó con una serie de discursos de familiares y abogados de afroamericanos muertos por la policía, o en incidentes con blancos de los que éstos últimos fueron absueltos por la Justicia. Para muchos asistentes, como Jonessa, «escuchar tantos testimonios d familias que han sido víctimas del odio y el racismo fue lo más emotivo, pero, también, lo más duro, porque fue un recordatorio de cuánta gente ha sido víctima del odio». Y fue ahí cuando el padre de Jacob Blake, que se llama igual, enumeró una larga lista de esas víctimas y dijo, tras pronunciar un nombre, una frase que acaso resuma la situación de Estados Unidos en 2020: «Si he dicho mal su nombre, que Alá me perdone».

Mencionar a Alá en el Mall es perfectamente legal. Pero también es un regalo para Donald Trump, el presidente que se presenta como el defensor no sólo de la ley y el orden, sino de los valores de la civilización judeocristiana. Más aún cuando, como es probable en el caso de Blake, el «Alá» del que estamos hablando no tenga nada que ver con el de los musulmanes, sino con el creado por Malcolm X y sus seguidores para construir una especie de religión marcada por el antisemitismo y el racismo antiblanco. Llevar retórica de la Nación del Islam, el grupo fundado por Malcolm X, al Mall es atizar más la higuera de la tensión racial.

Claro que el propio organizador del evento es un ejemplo de las complejidades de la tensión entre blancos (el 76,3% de los estadounidenses) y negros (el 13,4%): descendiente de esclavos propiedad de los antecesores de Strom Thurmond, el senador, de lejos, más racista en épocas recientes, Sharpton ha sido víctima de un intento de asesinato, ha sido condenado por fraude fiscal y malversación de fondos de sus donantes en la campaña electoral de 2004, y tiene un historial de frases racistas antiblancas y homófobas que darían para una enciclopedia.

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