“La mayoría de los migrantes son inútiles para Alemania”

, | 16 octubre, 2016

El líder de AfD en Berlín considera que el 70% de los sirios que ha entrado al país es “analfabeto»

pazderskiafdberlinBELÉN DOMÍNGUEZ CEBRIÁN. EL PAÍS.- Pantalón vaquero, jersey negro de cuello vuelto y americana de franela marrón. Ojos claros y gran sonrisa. Georg Pazderski, el líder en Berlín del partido Alternative für Deutchland (Alternativa para Alemania), recibe a EL PAÍS en la sede de la formación política paradójicamente situada a pocos metros de la de la CDU de la canciller Angela Merkel, a la que le está comiendo terreno en el espectro político, para analizar la situación migratoria en Alemania. A brocha gorda: hay que cerrar las fronteras a cal y canto y priorizar la devolución de los migrantes a sus países de origen, incluido los menores no acompañados.

Pazderski es claro en sus teorías y tiene un plan trazado al milímetro en su cabeza; “primero hay que cerrar nuestras fronteras”, explica, para así “poder iniciar una investigación sobre quién está dentro del país” y poder «echar» a los que residan en Alemania de una forma que su formación ultraxenófoba considera ilegal. «El Gobierno [de Merkel], en este ámbito, está teniendo muchas dificultades», concede. Y es que el Ejecutivo está tramitando desde el verano pasado más de un millón de solicitudes de asilo pues la Constitución prevé que «cualquiera» que lo considere, puede pedir el asilo en Alemania. A esto se añade la obligación por las leyes internacionales de ofrecer refugio a la población que, por motivos políticos, sexuales o religiosos, corre peligro en su país de origen.

El político alemán y de profesión militar durante más de 40 años asegura que, además del millón de solicitantes de asilo, en Alemania hay “500.000 personas que han entrado sólo por motivos económicos» y que residen en el país de manera «ilegal». El millón y medio de personas adicionales que Alemania acoge de golpe desde 2015 está financiado por «los contribuyentes», se lamenta, e ilustra con datos cuya procedencia no es capaz de verificar: «Un refugiado adulto le cuesta al Estado 3.500 euros al mes, un menor no acompañado cuesta unos 5.250 euros al mes para que viva en un ambiente parecido a una familia», continúa, y «el ex asesino del tren de Wuzburgo [que atacó a varios viajeros con un hacha el pasado verano] le costó a los alemanes 145 euros al día», asegura visiblemente indignado. Pero se niega a admitir, sin embargo, que la mayoría de atentados recientes de sello islamista en la UE —Bataclán en París, aeropuerto y metro de Bruselas, paseo marítimo de Niza— fueron perpetrados por ciudadanos comunitarios. Si se sigue esta línea, Pazderski asegura que para 2020 el Estado alemán habrá gastado 94.000 millones de euros tan sólo en la manutención de inmigrantes y refugiados. Y eso impacta «enormemente» en las pensiones, el pago de impuestos y el Estado de bienestar de los ciudadanos alemanes, se lamenta.

No duda en responder rotundamente: «Merkel lo hacho mal». «No podemos acogerlos». «Hay que devolverlos a sus países, y a los menores también». A este líder de AfD Le preocupa no saber exactamente quién vive en Alemania y transforma constantemente sus más oscuros temores (como que puede que entre los refugiados haya “potenciales terroristas”) en el miedo al extranjero de «la mayoría de alemanes», según él. Otra de sus obsesiones es asegurar que los países controlen sus fronteras. Y da un ejemplo: la gestión —cuanto menos polémica para la UE— del primer ministro húngaro, Viktor Orban. Es decir, cierre total y físico mediante alambradas de sus fronteras y rechazo de todo el que intente entrar.

-Pero muchos ciudadanos alemanes piensan, sin embargo, que Alemania debería acoger a más inmigrantes y refugiados.

-«¡Esto lo dicen porque están locos!», exclama. El líder de AfD opina que la canciller Merkel se apresuró el pasado verano a acoger a más de un millón de sirios. “Lo hizo sin consultar a los demás países [de la UE]”, justifica. Además, para Pazderski el sistema de cuotas aprobado entonces por la UE —aunque prediseñado por el Ejecutivo alemán— no ha calado ni en el este ni en el sur del Viejo Continente y ha llevado a que Alemania tenga que asumir un número elevadísimo de inmigrantes y refugiados en comparación con otros países socios. Y eso no le gusta: “Muchos son analfabetos”, sostiene varias veces al tiempo que niega rotundamente que en un futuro estos nuevos residentes en el país puedan ser potenciales contribuyentes para las arcas del Estado y futuros padres de familias integradas al 100% en la sociedad germana que, por otro lado, sufre una grave crisis demográfica. Este sexagenario es consciente, sin embargo, de que el problema del envejecimiento de la población no se puede solventar con la presencia de migrantes. «El 70% de esta gente tiene muy poca educación y la mayoría no tiene profesión lo que significa que son inútiles para Alemania», zanja tras repetir que lo que necesita el país es «inmigración de calidad».

Terrorismo «en potencia»

Para AfD, mientras la canciller daba la bienvenida a un millón de sirios en 2015 abría también las puertas a «terroristas en potencia» como el refugiado de origen sirio que tenía pensado atentar en el aeropuerto de la capital de Alemania y que, finalmente, acabó con su propia vida en su celda tras ser detenido. «Esto es un problema por haber dejado entrar a todo el mundo sin ningún control».

El político —que augura para AfD un 20% del voto en las elecciones federales del año que viene— explica que ahora el 60% de los agentes de policía están involucrados en la lucha antiterrorista y, por tanto, se está desatendiendo los delitos comunes. «No sabemos quién vive aquí [Alemania]», repite mientras termina su café.

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