Incitación al odio

, | 23 mayo, 2016

Más que sorpresa me produce repugnancia saber que se corta la calle más emblemática de Madrid para extender odio. El odio de esa forma cobarde en que lo propaga el fascismo

MANUEL JABOIS. CADENA SER.- Cerca de 200 ultraderechistas se manifestaron el sábado por las calles de Madrid. Hay una figura muy interesante entre los organizadores de esa marcha: la portavoz del Hogar Social Madrid. Que ha sabido interpretar muy bien los tiempos de la comunicación: enseña la esvástica tatuada de su tobillo en Twitter y la oculta con una venda delante de las cámaras. Le falta aclarar la voz con claras de huevo para pedir que le abran la puerta. Y a la delegación de Gobierno desde luego le falta abrírsela.

Más que sorpresa me produce repugnancia saber que se corta la calle más emblemática de Madrid para extender odio. El odio de esa forma cobarde en que lo propaga el fascismo: poniéndose la venda en el tobillo. Cantando como en un campamento que los españoles primero, sin saber que hay pocas frases más delatoras que ésa, porque ordena a los hombres según su nacionalidad, discriminando a otros. Y si se hace por nacionalidad, se hace por raza, se hace por sexo.

Creo que algo aprendimos el sábado. Aprendimos, por ejemplo, que no puede existir la misma vara de medir entre una incitación al odio y otra. La marcha neonazi no incita al odio porque esa gente sale odiada de casa, pero no puede medirse igual la repugnancia que provoca con la que a ellos le provocan, por ejemplo, una pareja gay.

Una pareja se estuvo besando delante de la manifestación. Esa incitación al odio fue necesaria. El Estado tiene que estar donde se esté promoviendo la tolerancia. Se ha dicho que los chicos provocaban. Claro que provocaban. Si hubiesen abrazado a un negro también estarían provocando. La policía tiene que estar con los que provocan una sociedad mejor, no con los que la encierran, la degradan y la convierten en un escenario de violencia y de odio.

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