Homofobia en la escuela: la mitad de los alumnos LGBT oyen insultos homófobos.

, | 12 mayo, 2022

Segre.- Más de cuatro de cada cinco joven trans se ha autolesionado, igual que tres de cada cinco jóvenes lesbianas, gais y bisexuales que no son trans.

Más de cuatro de cada cinco joven trans se ha autolesionado, igual que tres de cada cinco jóvenes lesbianas, gais y bisexuales que no son trans «La orientación sexual diferente de la de la mayoría sigue sin aceptarse con normalidad en muchas escuelas. Según un estudio de Stonewall, la organización benéfica por|para la igualdad de personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT) del Reino Unido, la mitad de los alumnos LGBT oyen insultos homófobos «con frecuencia» o «a menudo» en la escuela, cosa que, en opinión de los expertos, es preocupante, porque es un reflejo de lo que sucede a la sociedad.

«Se puede oir un ‘maricón’ en un patio de la escuela sin que el destinatario en ningún momento tenga que ser homosexual, sencillamente porque todavía no puede estar definida su orientación sexual. Y se sigue diciendo de manera intencionada en edades adolescentes cuando se observan conductas que pueden sugerir una orientación homosexual», indica Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. «Evidentemente, puede tener consecuencias negativas en la medida en que el adjetivo se asimila a un atributo o condición negativa de la persona. Lo que reciben es que todo lo que está relacionado con la homosexualidad es negativo y despreciable», añade.

Entre las consecuencias negativas de estos insultos, se pueden llegar a encontrar dificultades en relación con la salud mental. Como explica Adrián Montesano, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, «oír estos insultos a corto plazo puede tener como consecuencia la experiencia de exclusión, de marginalización y de estigmatización con respecto al grupo de iguales, y eso es una cosa que genera un malestar significativo».

Más a largo plazo, hay otra consecuencia incluso más grave: la interiorización de la homofobia. «En este sentido, ya no hace falta el estímulo de fuera, el rechazo, sino que se incorpora como un relato más con el cual uno mismo convive, lo cual puede comportar otros problemas a la hora de aceptar la orientación sexual: cómo se desarrolla la identidad personal, dilemas internos en relación con la salida del armario en diferentes grupos sociales, familia… Una serie de cuestiones que pueden tener consecuencias en la salud mental», indica.

Una muestra de eso es que, según el estudio mencionado, más de cuatro de cada cinco joven trans se ha autolesionado, igual que tres de cada cinco jóvenes lesbianas, gais y bisexuales, cosa que los expertos relacionan con un sentido de autodesprecio que se genera después de un rechazo del entorno. «No es extraño que eso pase cuando los discursos sociales heteronormativos oprimen la libertad individual y la diversidad en la expresión sexual y de género, aunque autolesionarse no es un mecanismo que se produzca exclusivamente en la comunidad LGTBI», explica Montesano.

Menos homofobia en el futuro

A pesar de esta realidad, los expertos creen que se están dando pasos para que la diversidad se abrace con normalidad desde la infancia. Y así lo reflejan los datos. El estudio de Stonewall señala que hace diez años la proporción de alumnos LGBT que oían insultos homófobos en la escuela era más elevada: en el 2012, eran siete de cada diez escolares los que se encontraban en esta situación.

En opinión del profesor de la UOC, ahora estamos en un momento de multiplicidad de relatos, algunos más inclusivos y otros más heteronormativos o discriminatorios. «Desde una perspectiva histórica, no se tiene que perder de vista que hemos avanzado|adelantado mucho en este terreno por dos motivos: primero, porque ahora estos datos se pueden convertir en noticia, cuanto antes no serían una cosa noticiable, y segundo, porque en algunos contextos la diversidad está más normalizada; incluso se puede dar el caso de que ser heteronormativo no sea mainstream, sobre todo en la etapa de la adolescencia, en que la exploración de la identidad es una de las tareas vitales más significativas. Hoy día vivimos más que nunca en un multiverso y en un multidiscurso, incluyendo las dos polaridades.»

Es el escenario que exponen estudios como lo que llevó a cabo COGAM hace dos años, que señala que el 89% del alumnado se muestra «nada de acuerdo con el hecho de que la orientación afectivosexual se tenga que esconder», o que el 89% de la población percibe las familias homoparentales tan válidas como las otras familias. En eso ha podido influir que cada vez haya más modelos a la sociedad de éxito profesional y personal de personas que se declaran abiertamente LGTBI. Pero, sobre todo, es importante el papel de los profesores en las escuelas, clave|clavo|llave para evitar situaciones discriminatorias derivadas de la condición sexual de cada uno. «Por una parte, son autoridades del discurso.

Los niños, las niñas y los adolescentes entienden a los adultos que tienen como referencia, como los profesores, como personas que legitiman o deslegitiman ciertos tipos de discursos. Además, creo que un papel coercitivo, de negación o de castigo, en cualquiera de los dos sentidos, no ayuda, sino que genera más problemática. Los adultos tienen que ser capaces de ser como|cuanto más inclusivos mejor, de contraponer, hacer reflexionar y, sobre todo, argumentar», señala Montesano, que explica que no se trata de decir lo que es válido o no, sino de argumentar y, a partir de esta argumentación, legitimar o deslegitimar ciertos tipos de discursos. «En la ética de las relaciones sexuales y amorosas no podemos decir que nada es totalmente cierto; por eso no se trata de adoctrinar, sino de argumentar. El adulto tiene que tener bastante madurez por|para, independientemente de su condición, orientación u opinión personal, ser capaz de abrazar esta diversidad argumental de la mejor manera posible y no ser cómplice, ni por acción ni por omisión, del discurso o el relato dominante homófobo o tránsfobo.»

Desde casa también se pueden combatir las reacciones homófobas. Como explica Sylvie Pérez, no se trata de hacer una charla a los hijos, sino de «reflexionar al respecto de manera muy íntima con uno mismo, por|para saber hasta qué punto de verdad respetamos los otros sin juzgar la condición sexual. Hace falta poder exponer con sinceridad las dudas a que tengamos y poder formarnos, leer, pedir información…, para evitar caer en una perpetuación de esta discriminación», indica.

Además, es imprescindible generar espacios de comunicación con los hijos de manera natural y adecuada a cada edad, añade la experta. Una manera de hacerlo es, por ejemplo, utilizando a los protagonistas LGTBI de series o películas como excusa para poder hablar sobre la diversidad sexual. O asistir a acontecimientos o contribuir con asociaciones a favor de la igualdad de personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero. «Lo más importante es visibilizar y legitimar cualquier forma de estimar posible hoy día, que son muchas. Nunca antes en la historia ha habido tantas formas socialmente visibilizadas posibles de amarse», recuerda Montesano.

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