Habla un yihadista arrepentido: «Mis vecinos judíos me abrieron los ojos»

| 16 julio, 2017

Acude a la entrevista disimulando parte de su rostro con unas gafas de sol y una gorra, pero sin ocultar nada de su pasado ni de los métodos de captación de Daesh

ROMÁN BELLVER. EL CONFIDENCIAL.- Farid Benyettou, antiguo mentor de los hermanos Kouachi, autores del atentado contra la revista ‘Charlie Hebdo‘, trabaja desde 2015 con el CPDSI (Centro de Prevención contra las Derivas Sectarias ligadas al islam) dirigido por la antropóloga Dounia Bouzar. El yihadista arrepentido acude a la entrevista con El Confidencial disimulando parte de su rostro con unas gafas de sol y una gorra, pero sin ocultar nada de su pasado ni de los métodos de captación de Daesh.

No hay perfil tipo para la captación de jóvenes por parte del ISIS. Cada caso es distinto, tal y como subraya Dounia Bouzar: “Las autoridades saben perfectamente que el 50% de los jóvenes que se vuelven yihadistas no provienen de familias inmigrantes. Además, la mitad de los yihadistas de origen magrebí son franceses de tercera generación”.

En el caso de Farid Benyettou, todo partió de una pérdida de referencia paterna, al caer su padre en el alcoholismo tras descubrir que había sido adoptado: “Mi padre tenía un concepto muy estricto de la religión. Por ejemplo, estaba prohibido escuchar música en casa”. Con 11 años, la situación de los musulmanes en Bosnia le conmueve y se implica en tareas humanitarias a través de los Frères Musulmans (Hermanos Musulmanes).

Esta forma de vivir la religión le hará seguir a los salafistas, para quienes todo lo que emana de lo humano traiciona a dios. De ahí la prohibición de escuchar música o adular a un futbolista, pues nadie debe ser puesto al mismo nivel que dios. Farid cuenta que “ni siquiera podía decir que adoraba el chocolate, ya que ese verbo solo se puede emplear para dios según los salafistas”. Lleva la túnica ‘kamis’, luce barba y en su barrio le empiezan a podar “el imán Voltaire”, ya que así se llama su instituto, en cuyo patio ejerce de predicadorconvenciendo con éxito a las chicas de llevar el velo. Convertido en el perfecto salafista, esa obsesión por la religión (“hasta me cambiaba de acera cuando la gente se sacaba fotos, ya que las fotos también están prohibidas por los salafistas”) acaba llevándole al yihadismo.

“El adoctrinamiento funciona muy bien en las cárceles porque utiliza siempre como base el odio hacia el sistema y el país»Para explicar su caída en el radicalismo violento, Farid recuerda que “entonces, no se apreciaba la diferencia. Salafistas y yihadistas tenían el mismo discurso, los mismos rituales y vestimentas. Solo fue a partir de 1998-99 cuando los salafistas quietistas –la rama que rechaza la implicación en asuntos políticos– se desmarcaron y condenaron claramente a Al Qaeda. La interpretación de la religión es la misma, pero ellos solo quieren lograrlo invocando a dios, mientras que los yihadistas lo hacen a través de las armas”.

Los yihadistas aumentan la deshumanización del radicalizado, hasta el punto de que Farid, por aquel entonces, solo vio el aspecto simbólico de los atentados del 11-S: “En ese momento sentí euforia. A su vez aparecían mis primeras dudas, pero el adoctrinamiento yihadista lo tiene todo atado. Las dudas son Satán. Ahuyentas tus dudas dándole razón al grupo, pensando en que, al fin y al cabo, las víctimas son cómplices del sistema aceptando sus reglas, pagando impuestos, etcétera”.

De «el imán Voltaire», Farid pasa a ser apodado «el emir de las Buttes-Chaumont«, su barrio de residencia en París.

La policía irrumpe en la casa de Farid en junio de 2005. Tras dos días de interrogatorios, reconoce ser «el emir de las Buttes-Chaumont»

En 2002, Farid pasa a llamarse Adu Abdallah y da clases diarias radicalizando a sus discípulos. Entre sus alumnos se encuentran los hermanos Kouachi, que en enero de 2015 protagonizarán el atentado contra ‘Charlie Hebdo’. Uno de los dos, Cherif, quiere irse a Irak para luchar contra la invasión estadounidense. Farid le anima a enrolarse, motivo por el cual la policía irrumpe en su casa en junio de 2005. Tras dos días de interrogatorios, reconoce ser «el emir de las Buttes-Chaumont».

Durante su encarcelamiento, vuelve a desempeñar su papel de predicador. “Eladoctrinamiento funciona muy bien en las cárceles porque utiliza siempre como base el odio hacia el sistema y el país. Es fácil vender a los presos por tráfico de cannabis el discurso de que los verdaderos delincuentes son los de guante blanco, los políticos, los empresarios. Para otros presos se utiliza el argumento humanitario, que Francia es cómplice de que mueran niños en Oriente Medio. La lucha contra las injusticias, lo que ocurría en Argelia fue lo que a mí me llegó. Pero la captación siempre tiene como denominador común ese odio hacia el sistema y el país”.

Su papel de preso predicador no pasa desapercibido: se le confiscan sus libros religiosos y se le transfiere a otro centro penitenciario donde se le impide entrar en contacto con el resto de musulmanes.

Los hermanos Kouachi durante el ataque contra 'Charlie Hebdo'. (Reuters)
Los hermanos Kouachi durante el ataque contra ‘Charlie Hebdo’. (Reuters)

De yihadista a enfermero: la desradicalización

Al cabo de tres años de prisión preventiva, llega la hora del juicio. Farid es condenado a seis años de cárcel, que logra reducir a cuatro al estudiar para aprobar selectividad. Durante su encarcelamiento y tras su salida, varias piezas se van encajando para formar su puzle de desradicalización. Una de ellas es la jueza que le permitió recuperar sus libros durante su condena: “Nunca me opondré a que leas, sea cual sea el libro”.

También la del vigilante del gimnasio penitenciario que, al conocer los motivos de su detención, mostró interés por entenderle. Una pregunta suya se le quedará marcada: “Me preguntó si sentía que mis actos habían sido útiles. Era la primera vez que alguien se preocupaba por lo que sentía en vez de lo que pensaba”.

La muerte de civiles en Irak en los atentados suicidas le conforta todavía más en su decisión de cortar con los yihadistas y pensar por sí mismo. Sin embargo, el mismo día de su liberación, acude a ver a sus hermanos yihadistas antes de reencontrarse con su propia familia: “Ahí empecé a darme cuenta de que la captación no es solo ideológica, sino también relacional. En ese momento, todavía se me pasaba por la cabeza marcharme a Irak, pero seguí leyendo y descubrí que los atentados en Irak tenían más por finalidad la purificación étnica que la defensa del islam”.

Todo bascula cuando Farid se reencuentra con sus vecinos judíos quienes, lejos de repudiarle, se preocupan por sus ambicionesTodo bascula cuando Farid se reencuentra con sus vecinos judíos quienes, lejos de repudiarle, se preocupan por sus ambiciones y le animan a llevar a cabo su voluntad de estudiar enfermería: “Fue un episodio muy fuerte, mucho más que un punto de inflexión”. Nada podrán hacer algunos “hermanos” que intentan convencerle de que esa profesión está en contra de los valores yihadistas: ocuparse de mujeres, afeitarse la barba, compartir vestuarios mixtos… Gracias a una beca, lleva a cabo sus dos años de estudios.

Más tarde se produce el atentado de Toulouse (marzo de 2012) en el que el yihadista Mohamed Merha mata a varios niños judíos, un profesor y tres soldados. Se siente más francés que nunca por la oportunidad que le dio el país, pero a su vez entra en depresión, le cuesta comer y conciliar el sueño. Se juntan el dolor y la culpabilidad por la muerte de las víctimas, así como el duelo por una utopía.

Sigue en contacto con Cherif Kouachi, acusado de pedofilia y al que intenta alejar sin éxito de la espiral yihadista: “No tenía la misma perspectiva que hoy. Entonces me centré en argumentos ideológicos, cuando en realidad tenía que haber trabajado más el aspecto psicológico”. Le vio por última vez en noviembre de 2014, transformado por el gimnasio y las proteínas. Dos meses más tarde, los hermanos Kouachi protagonizan la masacre en la redacción de ‘Charlie Hebdo’. Farid se precipita a comisaría para ayudar con su testimonio.

Marcha en las calles de París en tributo a las víctimas del ataque a 'Charlie Hebdo'. (Reuters)
Marcha en las calles de París en tributo a las víctimas del ataque a ‘Charlie Hebdo’. (Reuters)

Posteriormente, intenta enrolarse como voluntario en alguna asociación, pero ninguna confía en él, hasta que entra en contacto con Dounia Bouzar, del CPDSI. “No busco ninguna redención, porque no se puede borrar el daño que hice. Solo pretendo utilizar mis errores en beneficio de una buena causa. Mi contribución a la desradicalización es algo que le debo a las víctimas, a mi país y a gente como Dounia que pone su vida en peligro”.

Los (exitosos) métodos sectarios

La antropóloga Dounia Bouzar afirma que los yihadistas utilizan métodos muy parecidos a los de las sectas para atraer a los jóvenes: “Son métodos sectarios y totalitarios. Daesh descredibiliza a todo el entorno del joven. Se destruyen las individualidades, se crea una exaltación de grupo”. Dejando claro que no pretende victimizar a los enrolados ni oponerse a su encarcelamiento, Dounia lamenta que solo se tome en cuenta la captación ideológica y nunca la relacional: “Farid dijo durante cuatro años encarcelado que no volvería a relacionarse con yihadistas y, sin embargo, fue a su reencuentro el mismo día de su puesta en libertad. El control relacional hace que esos jóvenes necesiten un grupo de substitución, una fase intermedia como fue el CPDSI para muchos jóvenes”.

Esa manipulación relacional provoca que la frontera entre arrepentido y reincidente sea muy fina, como en el caso de Farid al salir de la cárcel: “Los yihadistas saben anticipar la reacción del entorno. Le dicen al joven que será juzgado, odiado, menospreciado. Para contrarrestar es necesario que haya un contraste entre lo que han predecido y la realidad. Por eso Farid tuvo la suerte de que su familia desaprobara su etapa yihadista sin excluirle y que sus vecinos judíos le tendieran la mano”. El propio Farid Benyettou subraya la necesidad de un seguimiento tras la puesta en libertad de un yihadista: “Mi única obligación consistía en comunicar mi dirección de residencia cada tres meses durante diez años. Además del control judicial, debería de haber un seguimiento por psicólogos y educadores”.

Preguntada sobre si hay diferencias entre hombres y mujeres a nivel de captación, Dounia Bouzar responde afirmativamente: “Sorprendentemente, los hombres suelen ser controlados sobre todo por la manipulación relacional y las mujeres más por la ideología. Con ellas se utiliza el mito de la Madre Teresa, la utopía de un mundo mejor. De hecho, cuando las mujeres hacen el duelo de la ideología al darse cuenta de que Daesh miente, se dan muchos casos de descompensación y de intentos de suicidio. Los hombres son captados sobre todo a través de un mejor ideal de sí mismos: el mito de Lancelot, pero también el concepto del todopoderoso para los exdelincuentes. Cada perfil tiene su esquema de radicalización”.

CELIA MAZA. LONDRES

El salafismo, el germen

Aunque los salafistas quietistas están en contra de Daesh, los yihadistas utilizan el mismo concepto radical de la religión argumentando que la única diferencia es que los salafistas no son consecuentes con sus actos. ¿Deben prohibir los gobiernos las prácticas salafistas? Dounia Bouzar opta por la realización de un estudio para determinar si la libertad y represión de expresión aumentan o disminuyen la radicalización: “Los canadienses, con quienes trabajo actualmente, han optado por ser muy tolerantes con los salafistas. Allí no se condena a quien saca una bandera de Daesh pero se le vigila, y sufren diez veces menos atentados que en Europa. Los salafistas han invadido Francia con su visión de la religión porque los gobiernos les entregaron los barrios marginados, ya que ellos lograban contener la delincuencia”.

«La señal de alerta es cuando un joven deja de ir a la mezquita, porque Daesh suele decirle que el imán está comprado por Francia o el Mossad»Según ella, tampoco se puede actuar en las mezquitas, ya que “el gran signo de alerta es precisamente cuando un joven deja de ir a la mezquita, porque Daesh suele decirle que el imán hace ‘hirk’ al aceptar las leyes humanas porque está comprado por Francia o el Mossad”. De hecho, las sesiones del CPDSI demuestran que la mayoría de jóvenes radicalizados por Daesh hasta desconocen los aspectos más básicos del islam: “Recuerdo a un joven originario de Europa del Este que, de los cinco pilares del islam, solo pudo citarme uno correcto, el testimonio de fe y otro, el de comer halal, que no era uno de ellos. También el de muchos jóvenes que abogaban por restablecer los califatos sin ser capaces de citarme a ningún califa”, apunta Farid Benyettou.

Más que en las mezquitas, la antropóloga aboga por un mayor control de las redes sociales: “Son otro conducto para esa ideología yihadista que convierte en lícito y heroico un suicidio. De ahí que algunos jóvenes frágiles, desorientados, intenten cometer atentados sin ser formados militarmente por los yihadistas”.

Errores mortales de la política francesa

Dounia Bouzar fundó el CPDSI en 2014. Lleva 15 años publicando libros sobre la comprensión del islam. No en vano fue experta en laicidad en el Ministerio de Justicia. Durante dos años, el Gobierno francés le otorgó la misión de actuar en Francia, así como en los territorios de ultramar. En total, 1.134 familias acudieron al CPDSI. Las sesiones se realizaban en salas de hoteles alquiladas y comunicando a las familias el lugar de reunión dos horas antes del encuentro. Aún así, y pese a los 12 policías que la escoltan permanentemente, la antropóloga sufrió dos atentados desactivados por la policía, tuvo que mudarse dos veces y cambiar de colegio a sus nietos. En total, el 43% de los jóvenes supervisados fueron desradicalizados.

La antropóloga Dounia Bouzar, fundadora y directora del CPDSI. (La Martinière)

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La antropóloga Dounia Bouzar, fundadora y directora del CPDSI. (La Martinière)

Sin embargo, la propia Dounia Bouzar decidió no renovar la misión gubernamental en febrero de 2016. Preguntada por los motivos, apunta hacia el entonces primer ministro: “Manuel Valls quiso hacer creer a los franceses que controlaba al enemigo, que solo se trataba de un problema de suburbios y de inmigración, cuando está demostrado que esa teoría es errónea. Aunque es cierto que las personas más frágiles a nivel identitario son más fáciles de atraer, los reclutadores de Daesh, al contrario que los de Al Qaeda, logran enrolar a jóvenes de familias ateas o católicas”.

Dounia Bouzar también ataca al entonces ministro de interior: “Al contrario de la CIA o del Gobierno canadiense con los que colaboramos, Bernard Cazeneuve dijo que no quería saber nada de Farid Benyettou, cuando este podía darle mucha información valiosa aplicable en algoritmos y escuchas telefónicas. Duele no ayudar a Francia y sí a otros países”. Hasta ahora encerrada en medidas más militares y populistas, “Francia ha cometido errores inaceptables que han provocado muchas muertes”, apunta Dounia: “El autor del atentado de Niza no estaba clasificado como peligroso porque era homosexual, cuando nuestros estudios demuestran que los yihadistas consiguen atraer a personas con tendencias homosexuales reprimidas”.

Cuando se le pregunta por la propuesta fallida del Gobierno de Hollande de retirar la nacionalidad francesa a los condenados por terrorismo, Dounia explota: “Para mí fue la gota que colmó el vaso. Esta manera de dividir creando un falso problema étnico es precisamente lo que quiere Daesh. Por eso Daesh pide a los magrebís de Francia que cometan atentados, cuando la mitad de sus efectivos no provienen de la inmigración”.

Dounia Bouzar: «Francia ha cometido errores inaceptables que han provocado muchas muertes»

Hoy en día, el CPDSI, además de colaborar con la CIA y el Gobierno de Canadá, forma parte del proyecto Practicies, financiado por la Comisión Europea para crear una alianza entre ciudades contra la radicalización violenta. Para este proyecto, de cuya red forman parte el Ministerio del Interior de España, el Ayuntamiento de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos, el equipo de Dounia Bouzar ha aportado tres herramientas digitales: una biblioteca virtual, un libro blanco con testimonios de jóvenes desradicalizados y un informe sobre la manipulación del islam por Daesh. Unas herramientas fundamentales para diferenciar el islam real del que Daesh manipula: “Por ejemplo, un musulmán de a pie interpreta la unicidad de dios como motivo de fraternidad con la Gente del Libro (los judíos y cristianos), mientras que los salafistas se aíslan de los demás creyentes haciendo creer que apreciar la música o las imágenes significa rebajar a dios al mismo nivel que los humanos”.

A la espera de conocer las intenciones del Gobierno de Emmanuel Macron, Dounia Bouzar tiene las cosas claras: “Por supuesto que ayudaríamos al Ejecutivo francés si nos lo pide, pero no a través de fondos públicos, porque ya se me difamó sobre el asunto del dinero como represalia a mi negativa de prorrogar mi misión. El Gobierno debe abandonar su doble discurso. O creen en la desradicalización o que hagan un Guantánamo. Que asuman sus ideas”.

 

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