«Franco colaboró en el expolio de los nazis»

| 3 mayo, 2020

MIGUEL LORENCI. DIARIO DE LEÓN.- Fue una partida en la que ganaron los malos; muchos de los cuadros y obras de arte robadas volvieron a las tinieblas y ahí siguen», resume Martorell, que da cuenta del alto grado de violencia y corrupción de los nazis para saquear a particulares, museos y estados.

Para el catedrático, el expolio «fue la antesala del holocausto». Comenzó «robando a gitanos y judíos todo cuanto tenían: de los juguetes a la ropa interior, pasando por joyas, tapices, alfombras, libros, cuadros, dinero y todo tipo de bienes, como los instrumentos de los zíngaros», y mucho antes de la execrable ‘solución final’. «El arte es lo más ‘glamuroso’ de ese sistemático expolio vinculado a una política racial y realizado con la depredadora maquinaria creada por Hitler y Goering», sostiene Martorell, que ha investigado durante una década estos robos. Con tintes novelescos, articula su ensayo en torno a la figura del banquero alemán Alois Mield, marchante del jerarca nazi Goering en la Holanda ocupada y «un especulador cuya máxima era comprar barato y vender caro». Fue un tenebroso personaje que acabó huyendo a España al perder el favor de Goering para traficar aquí con parte del botín robado a los judíos.

Mield es así el hilo conductor del ensayo y a través de él Martorell ofrece las claves del expolio. Casado con una judía, estuvo en todos los aquelarres artísticos, «desde las purgas del arte degenerado hasta la confección de la colección de Goering en Holanda, y desde luego en la compra irregular de obras a los judíos que huían del terror nazi». A pesar de robarles «salvó a algunos judíos», destaca Martorell, autor también de otros ensayos como Historia de la peseta. La España contemporánea a través de su moneda (2001).

Mield acabó recalando en la España de Franco, cuya neutralidad «no le impidió ser cómplice del Tercer Reich». «El régimen suministraba bienes y soldados a Hitler, su red diplomática estaba al servicio del Berlín, la mayor red de espías nazis estaba aquí, y España contribuía a abastecer a los barcos y submarinos alemanes», enumera Martorell. «La tolerancia del franquismo con el nazismo fue absoluta en todos los sentidos, y desde luego con el expolio, permitiendo la entrada en España de obras mediante contrabando puro y duro», precisa. Un contrabando «difícil de cuantificar» pero que «confirman los servicios secretos aliados, que dan cuenta de la entrada de obras de arte por las fronteras de Francia y mediante vuelos llegados de Alemania», explica el catedrático. Esta colaboración se extendió casi hasta el final del Reich. «La capitulación alemana es del ocho de mayo, y España no rompe con ellos hasta el 5 de mayo», apunta.

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