Francia puede deportar al polémico imán por incitación al odio.

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La Razón.- El Gobierno de Macron, satisfecho: “Supone una gran victoria para la República”.

Francia expulsará finalmente al imán Hassan Iquioussen por incitación al odio. La decisión la ha tomado el máximo tribunal administrativo del país, el Consejo de Estado, este martes por la tarde tras un periplo judicial en el que magistrados parisinos habían bloqueado su expulsión a principios de agosto dictada días antes por el ministerio del Interior galo. Precisamente, el titular de Interior de Macron, Gérald Darmanin, no escondía su satisfacción reaccionando a la decisión a los pocos minutos de conocerse a través de su cuenta de Twitter donde ha señalado que esto supone “una gran victoria para la República”.

Le Conseil d’Etat valide l’expulsion de M. Iquioussen qui tient et propage notamment des propos antisémites et contraires à l’égalité entre les femmes et les hommes. C’est une grande victoire pour la République. Il sera expulsé du territoire national.— Gérald DARMANIN (@GDarmanin) August 30, 2022

Hassan Iquioussen, de 58 años, nació en Francia pero tiene la nacionalidad marroquí, y tenía una fuerte influencia ya que llegaba a decenas de miles de suscriptores a través de sus cuentas de YouTube y Facebook desde su casa en el norte de Francia. Sus abogados habían solicitado inicialmente con éxito al tribunal de París el bloqueo de la orden de expulsión, alegando que crearía un “daño desproporcionado” a su “vida privada y familiar”.

El imán Hassan Iquioussen habría renunciado a la nacionalidad francesa a los 16 años. Afirma, por el contrario, que fue su padre quien le había negado ese derecho, que él habría pedido varias veces, sin éxito. La negativa a renovar su permiso de residencia habría complicado aún más su situación.

Según dijo la semana pasada en el Consejo de Estado un abogado del ministerio del Interior, Iquioussen “ha difundido durante años ideas insidiosas que son nada menos que una incitación al odio, a la discriminación y a la violencia”.

El Gobierno de Macron había insistido durante este verano en que Iquioussen mantenía postulados abiertamente antisemitas, xenófobos, homófobos y contra las mujeres. El propio Darmanin había sentenciado que “este individuo no tiene nada que hacer en el territorio nacional”. El punto había generado además una polémica política con la izquierda. Darmanin criticó a finales de julio a un diputado de la izquierdista La Francia Insumisa que defendió al imán, algo que achacó a “la descomposición intelectual de la extrema izquierda”.

El afectado había presentado un recurso de urgencia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo, al conocerse la decisión de Interior francés a finales de julio argumentando que la expulsión atenta contra cuatro artículos de la Convención Europea de Derechos Humanos, entre ellos los que garantizan el derecho a la libertad de conciencia y de religión, el derecho a la libertad de expresión y a una vida privada y familiar. Sin embargo, el Tribunal rechazó adoptar medidas cautelares ya que recordó que estas se toman cuando hay un riesgo de “daños irreparables”, algo que no percibía en este caso.

Durante los últimos doce meses, el ministerio del Interior galo ha ordenado la expulsión de varios centenares de extranjeros en situación irregular, ha ordenado el cierre de una veintena de mezquitas y la expulsión de una docena de imanes. La expulsión del imán Iquioussen se inscribe en esa estela, cuando el Gobierno de Macron se propone aprobar nuevas medidas represivas contra los delincuentes extranjeros y el islam separatista. En Francia existen más de 2.200 mezquitas y lugares de culto musulmán. Más de un centenar, financiadas por Marruecos, Argelia y Túnez, entre otros países musulmanes, son sospechosas de actividades ilegales.

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