España acumula casi la cuarta parte de las demandas de asilo por resolver de toda la UE

| 2 diciembre, 2019

En los últimos dos años se ha convertido en uno de los países de la UE que más solicitantes recibe, uno de los que menos refugiados reconoce y uno de los más lentos en resolver expedientes

MARÍA MARTÍN. EL PAÍS.- En los últimos dos años España se ha convertido en uno de los países de la Unión Europea que más solicitantes de asilo recibe, uno de los que menos refugiados reconoce y uno de los más lentos en resolver los expedientes. Después de años en los que el país parecía mantenerse al margen de los nuevos desafíos migratorios de sus vecinos, que asumieron la llegada de más de un millón de refugiados en 2015 y 2016, el sistema de asilo español se ha puesto definitivamente a prueba. Y ha mostrado todas sus costuras. 

La penúltima semana de noviembre (del 18 al 24) España recibió 3.661 demandas de protección internacional. Es el mayor registro semanal desde que la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO, por sus siglas en inglés) comenzó a recopilar estos datos en 2014. En lo que va de año ya son más de 102.000 solicitudes, casi el doble que en 2018. Tras Francia y Alemania, que rondan las 120.000 peticiones, España es el país que más ha recibido. Por otro lado, si se tiene en cuenta el número de solicitantes (que cabrían un poco apretados en el Camp Nou) respecto al tamaño de la población, España está lejos de los primeros lugares, ocupados por Chipre, Malta y Grecia.

El sistema español no estaba preparado para esto. Aunque hace seis años que el Defensor del Pueblo alerta de que había que adecuarlo a los desafíos, la Oficina de Asilo, dependiente del Ministerio del Interior, se ha mantenido todo este tiempo en “una situación lamentable”, como aseguró el ministro Fernando Grande-Marlaska tras asumir el cargo. Con un programa informático de los años noventa y el mismo personal fijo desde que se creó en 1992 (60 plazas), el departamento ha pasado a asumir 40 veces más solicitudes que en 2012. El aumento de demandas ya en 2018 forzó a Interior a poner en marcha un plan de choque, con más recursos materiales y humanos, pero el esfuerzo continúa siendo insuficiente. Un 23% de los casi 508.000 expedientes de asilo por resolver en toda la Unión Europea están en España, según datos de septiembre de la EASO. Se deciden casi cinco veces más solicitudes que el año pasado, pero de cada dos casos que se abren, se cierra menos de uno.

“Un problema clave de los procedimientos es que hay pocos y malos recursos. El aumento de las solicitudes ha hecho evidente la incapacidad para resolver expedientes”, afirma Francesco Pasetti, investigador del think tank CIDOB y autor de un estudio que compara los sistemas de asilo de 14 países europeos. “Hablamos de medios materiales, personales y del sistema informático, pero también de la competencia específica del personal que hace las entrevistas a los solicitantes e instruye los casos. Son policías y funcionarios que no cuentan con la formación necesaria”, mantiene el investigador, que integra el proyecto NIEM, un mecanismo financiado por la Comisión Europea para evaluar los planes nacionales de integración de refugiados.

Interior ha conseguido aumentar el ritmo de resoluciones porque ha priorizado los expedientes de venezolanos, que suponen el 35% del total. “Solo en los últimos tres meses, se han emitido más de 13.300 decisiones sobre los venezolanos, en comparación con las aproximadamente 10.000 en los últimos cuatro años”, informaba en septiembre la EASO. Aunque sobre el papel, debe estudiarse caso por caso, los expedientes de los venezolanos son más fáciles de tramitar porque en su inmensa mayoría (un 96% según la EASO) se les deniega el estatus de refugiado o la protección subsidiaria, las dos principales figuras de la protección internacional. En compensación, los venezolanos, son el único colectivo al que desde enero se les reconoce automáticamente un permiso de residencia y trabajo de hasta dos años por razones humanitarias. En lo que va de año cerca de 29.000 venezolanos han recibido ya esta autorización que, al mismo tiempo, que regulariza su situación, les excluye del sistema de acogida, lo que debería suponer un alivio considerable para la red.

La estrategia de elevar el mayor número de expedientes de venezolanos a la comisión interministerial que estudia las demandas de asilo ha desplomado la tasa de reconocimiento española, que ya era una de las más bajas de Europa, donde la media de reconocimiento es del 32%. España, según los datos de 2018, solo reconocía a uno de cada cuatro solicitantes, pero esa proporción cayó en agosto a nueve de cada cien solicitudes, según el portal estadístico Eurostat. España se sitúa así solo por detrás de Hungría, un país que ha respondido a la llegada de refugiados con la construcción de vallas, cierre de fronteras y una retórica anti-migración sin matices.

«ESPAÑA DEBE ASUMIR QUE TAMBIÉN ES UN PAÍS DE REFUGIADOS»

Los retrasos en la tramitación repercuten en la integración de los solicitantes en el sistema de acogida, que, gestionado por la Secretaría de Estado de Migraciones, se ha visto igualmente desbordado. El número de camas ha aumentado de 11.400 a 14.000 en el último año, pero no es suficiente. Hace unos meses que decenas de familias que solicitan asilo en Madrid, puerta de entrada para casi la mitad de todos los demandantes, se han visto obligadas a dormir en la calle o han sido acogidas por vecinos y parroquias.Una de las deficiencias del sistema español de acogida que ha identificado Pasetti es que toda la expansión de la red en los últimos 2 años ha recaído en entidades sociales que trabajan con subvenciones anuales. “¿Cómo se puede pretender una intervención a largo plazo si los proyectos se diseñan a un año vista?”, se pregunta el investigador que recomienda una estrategia nacional que implique la cooperación con ayuntamientos y comunidades autónomas.

“España necesita cambiar su enfoque del sistema de asilo y asumir que es también un país para refugiados. Cuanto antes lo aceptemos, antes resolveremos los problemas», advierte. Entiendo que cualquiera que diga que España es un país de refugiados pierda electorado, pero este miedo nos desvía de la solución del problema que es muy práctica”.

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