El Rey ensalza la aportación de los inmigrantes marroquíes al desarrollo de España

| 15 febrero, 2019

Borrell critica en Rabat a quienes usan la inmigración para generar miedo en la sociedad

MIGUEL GONZÁLEZ / FRANCISCO PEREGIL. EL PAÍS.- Frente al creciente auge de los partidos xenófobos y de los discursos hostiles hacia la inmigración, Felipe VI ha elogiado este jueves en Rabat la contribución de los inmigrantes marroquíes al desarrollo de España. Ha sido durante el encuentro de los Reyes con la colonia española en Marruecos, último acto de una apretada visita de poco más de 24 horas. Tras instar a los residentes españoles en el país vecino (entre 10.000 y 15.000) a tender puentes entre las dos orillas del Estrecho, Felipe VI ha querido recordar también «a la extensa colectividad marroquí que vive y contribuye sin duda al desarrollo de España».

El Rey ha sido parco, pero su ministro de Exteriores, José Borrell, se ha extendido más. Ha puesto a los 800.000 marroquíes que viven en España como ejemplo de integración y ha subrayado que «hacen una aportación muy importante a nuestro país»; en referencia, entre otros aspectos, a que 230.000 están afiliados a la Seguridad Social. Borrell ha contrapuesto dos visiones ante el fenómeno de la inmigración: la de aquellos que se valen de ella «para generar miedo y temor» en la población y la de quienes quieren «extraer los aspectos positivos que tiene para la sociedad».

El ministro ha abogado por sustituir «la emigración ilegal y clandestina por la regular y programada» (como la de las 19.179 marroquíes contratadas para la fresa) y, aludiendo a Italia sin citarla, ha rechazado «las decisiones unilaterales de quienes tratan de echar la pelota al tejado del vecino». «Cerrar los puertos de un país no puede ser la solución», ha advertido. También su homólogo marroquí, Naser Burita, ha criticado a quienes ponen por delante el «egoísmo nacional».

El fenómeno de la inmigración, con más de 64.000 entradas irregulares en territorio español en 2018, ha marcado el viaje de los Reyes a Marruecos, donde han sido agasajados por la familia real alauí al completo; con la excepción de la esposa del monarca, Lalla Salma, desaparecida de la escena pública tras un divorcio nunca confirmado.

Felipe VI ha elogiado la cooperación entre España y Marruecos en materia de gestión migratoria, «un modelo reconocido por socios y vecinos», pero ha llamado a seguir reforzándola y a «redoblar esfuerzos», para poner fin a «tanto sufrimiento y pérdida de vidas humanas». Eso sí, con el imprescindible apoyo de la UE a Rabat, «por el que España trabaja y seguirá trabajando».

Burita, por su parte, ha insistido en que Marruecos «hace todos los esfuerzos posibles» para controlar la emigración y ha aportado sus propias cifras: las fuerzas marroquíes evitaron la salida de 90.000 inmigrantes irregulares en 2018 y de más de 6.000 en lo que va de año; además de desmantelar más de 160 redes de tráfico de personas. Ha advertido, eso sí, de que su país «no quiere hacer el papel de gendarme» y de que la inmigración clandestina bajará si aumenta la regular.

De «corresponsabilidad» y «complementariedad»

Si la palabra clave para hablar de inmigración ha sido «corresponsabilidad», el término para definir las relaciones económicas ha sido «complementariedad». En la puesta de largo del Consejo Económico Marruecos-España, un organismo formado por 30 empresarios de cada país, Felipe VI ha destacado cómo en los últimos años empresas de ambos lados del Estrecho «han ido integrando y enlazando sus operaciones» hasta formar una única «cadena de valor» en sectores como automoción, energía o textil.

Aunque el flujo comercial ha crecido exponencialmente hasta convertir a España en el primer socio de Marruecos, no puede decirse lo mismo de las inversiones, aún muy alejadas de las de Francia. Burita ha hecho un llamamiento expreso a las grandes empresas españolas para que inviertan en su país y ha intentado disipar su temor a la falta de seguridad jurídica, asegurando que los problemas «son la excepción, no la regla».

La piedra en el zapato de unas relaciones económicas pujantes ha sido el cierre unilateral de la aduana de Melilla, el pasado 31 de julio. Aunque las autoridades marroquíes han dado a entender que la decisión es irreversible, Borrell ha insistido en que no da el problema por resuelto y está a la espera de una tercera reunión de la comisión técnica que se creó para discutirlo y de cuyos trabajos no se ha informado.

La visita ha servido para rubricar una decena de acuerdos en materia de cooperación política, policial, cultural, de tráfico aéreo y marítimo o energética. Entre estos útimos, el relativo a la construcción de un tercer cable de interconexión eléctrica entre ambos países, con una inversión de unos 150 millones, que debe estar operativo antes de 2026. La empresa española Red Eléctrica y a su homóloga marroquí L’Office National de l’Électricité et de l’Eau Potable (ONEE) harán el estudio y análisis del proyecto, aunque en fase muy inicipiente.

La última jornada de los Reyes en Rabat incluyó también la tradicional ofrenda de flores en el mausoleo del abuelo y el padre de Mohamed VI, una audiencia con hispanistas marroquíes y una visita de la reina Letizia a una escuela de circo para niños de la calle. A falta de primera dama, le acompañó la hermana mayor del Rey, la princesa Meriem, que preside el Observatorio Nacional de los Derechos del Niño.

El balance de la visita, sujeta a incertidumbres hasta el último momento, no podía ser más favorable para la delegación española. Pese a lo breve del viaje, se escenificó el buen momento de las relaciones entre dos países que se reconocen uno a otro como «socios estratégicos». «Les puedo asegurar que el hecho de que se rechazaran los presupuestos justo el día que empezaba la visita no ha tenido la menor influencia», insistía Borrell a los periodistas.

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