El racismo y el clasismo entran de lleno en las elecciones brasileñas

| 18 octubre, 2014

Ataques racistas en las redes sociales, insultos y amenazas en las calles bajo la consigna de sacar al PT del poder. Los antipetistas son protagonistas de la recta final de unos comicios que han vuelto a poner de relevancia el odio de clase latente en la sociedad brasileña

rousseff-aecio-neves--644x362c4AGNESE MARRA. PÚBLICO.- En Brasil, anunciar un apoyo claro al Partido de los Trabajadores (PT) y a la reelección de la presidenta Dilma Rousseff a esta altura de campaña, puede ser un ejercicio de valientes. En la última semana se han registrado varios incidentes de seguidores del PT que han sido amenazados, insultados, e incluso golpeados por afines al candidato Aécio Neves, o simplemente por personas antipetistas.

Desde que se conocieron los resultados del primer turno electoral con la clásica disputa entre el PT (Dilma Rousseff) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, liderado por Aécio Neves) la polarización de la campaña ha ido en aumento. El ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB) colaboró a encender la llama con las declaraciones que hizo un día después de celebrarse la primera vuelta: «No es porque sean más pobres que votan al PT, sino porque son mal informados. (…)El gran error de nuestro partido es no ser capaces de conversar directamente con los mal informados, porque ellos están en el país y votan», completó el ex presidente y uno de los sociólogos más reputados de Brasil.

Lula da Silva no tardó en contestar a su eterno adversario: «Con estas palabras muestra lo que piensa una parte de la élite brasileña y especialmente la élite paulista. Ellos no tienen prejuicios contra el nordestino rico o el negro rico, tienen contra el que trabaja. (…) Fernando Henrique Cardoso no tiene noción de la evolución política de la clase más pobre de la sociedad».

Después de este careo de expresidentes explotó una ola de odio en las redes sociales que aunque ya estaba presente, llegó a límites obscenos contra las personas del Nordeste, región del país que suele votar al PT y de donde es originario el ex presidente Lula: «Un 70% de votos para Dilma en el Nordeste!!! Médicos del Nordeste hagan un holocausto por ahí, tenemos que cambiar esa realidad. Castración química para los nordestinos», pedía un colectivo de 97.000 médicos y estudiantes de Medicina que tienen un grupo en Facebook dedicado a insultar al PT. La auditora fiscal Ingrid Berger declaró en la misma red social; «Tenemos que tirar sobre el Nordeste una bomba como en Nagasaki para que ni en 70 años vuelva a salir una flor». En apenas tres días el Ministerio Público Federal recibió 131 denuncias por racismo en las redes sociales, de las cuales 86 estaban dirigidas contra los nordestinos.

Las «bromas» sobre personas de esta región están a la orden del día. Sin embargo, este odio declarado con tal vehemencia es un fenómeno particular de estas elecciones: «Nunca he visto algo así en el país. Ni durante la dictadura se proclamó la idea de un enemigo interno que debe ser excluido. Esta es una parte del electorado de Neves que me asusta mucho», señalaba la filósofa Marilena Chauí.

Desde el PSDB aseguran que los comentarios racistas en las redes son creados por los propios petistas a través de perfiles falsos, con la idea de acusar a la oposición de pertenecer a una derecha radical. Días después de sus primeras declaraciones, Fernando Henrique Cardoso aseguró que era el PT el que quería hacer una división entre ricos y pobres, y no su partido.

Si hay una estrategia de marketing en este antipetismo declarado, no se ha podido comprobar, y si la hubiera probablemente no se sabría hasta pasada la segunda vuelta. Sin embargo, los ataques a personas reales se han seguido produciendo. El actor y poeta Gregorio Duvivier, muy conocido por su programa de humor Porta dos Fundos, reconoció en su columna semanal en la Folha de São Paulo su apoyo al PT y denunció sentirse «en tierra extranjera» en relación a los ataques que había recibido en su ciudad por ser considerado de izquierdas. Dos días después de salir la publicación, el actor fue agredido verbalmente mientras comía en un restaurante del rico barrio de Leblón: «Voy a tener que salir de aquí porque voy a acabar dándote de hostias. Deberías estar comiendo en un bandejão (espacio de comida popular) ya que te gustan tanto los pobres», le espetó un antipetista.

Si esto sucede con personajes conocidos, entre los anónimos también han denunciado agresiones verbales e incluso físicas. Una de las últimas sucedió el pasado martes en el centro de São Paulo, cuando el funcionario público Ênio Barroso volvía a su casa tras estar en un acto a favor de Dilma Rousseff. Barroso está en una silla de ruedas debido a una enfermedad degenerativa y en aquel momento llevaba una camiseta roja, una pegatina de Dilma y un pin con las siglas del PT. De repente un coche con pegatinas de Aécio Neves paró y dos jóvenes comenzaron a insultarle, le dieron una bofetada y le zarandearon la silla de ruedas: «No te creas que por ser un minusválido comunista no mereces una paliza para enderezarte». Según Barroso, lo peor fue cuando se encontró con dos policías y al denunciar lo ocurrido, le respondieron que no debía llevar esos símbolos porque en estos momentos era un «acto peligroso».

El moralismo de los antipetistas
El profesor de Comunicación de la Universidad Federal de Bahía, Wilson Gomes afirma que «el antipetista se agarra a cualquier idea que pueda usarse para demostrar que el PT es moralmente inferior. El antipetismo es un moralismo». El odio al PT se produciría por diversas razones: «Culpan al PT por ser un partido sindical, unido a los movimientos sociales, dicen que ha inventado un racismo al apoyar políticas compensatorias, que tiene un líder analfabeto (Lula), alcohólico, que inventó programas sociales para mantener clientes de su partido, que da dinero a Cuba, Bolivia y Venezuela, que provoca a Obama, mientras apoya a Ahmadineyad y a todos los dictadores de la galaxia», ironiza Gomes en un post publicado la última semana.

Para el politólogo y sociólogo Leonardo Avritzer el antipetismo estaría vinculado con un problema de clase: «La clase media-alta brasileña se ha sentido afectada por todas las políticas que han contribuido a reducir la desigualdad y a mover el mercado de trabajo. (…) Ella es la que está detrás de este fuerte rechazo al PT en las principales capitales del Sur y Sudeste del país. El rechazo a veces es sutil y se ve en el discurso contra el Nordeste, contra las personas que ahora pueden viajar en avión o aquellos que se compran coches cuando antes no podían. Pero también hay un discurso menos sutil que aparece contra los pobres y contra las políticas de transferencia de renta», analizaba el profesor en un artículo de la revista Carta Maior.

El papel de los medios de comunicación también ha sido cuestionado. «El clima de esta elección es muy peligroso. No tanto por el discurso de sus candidatos, sino por el odio que es estimulado por parte de los medios y por algunas celebridades», dice Renato Rovai, editor del diario Forum, que recuerda la declaración que hizo esta semana el actor de novelas Dado Dolabella cuando aseguró: «Para mí alguien que dice que está con Dilma es como decir que tiene ébola».

El periodista Leonardo Sakamoto mantiene la tesis de Rovai y asegura que recibe todos los días textos y vídeos de gente amenazada por apoyar una candidatura o partido político: «Sólo una ostra en coma con problemas previos de conocimiento cree que los periodistas y columnistas no ayudan a echar leña el fuego».

Sean las redes sociales, los medios o una estrategia de marketing, la campaña electoral ha superado todos los límites. La última perla sucedió el pasado jueves después del debate entre Rousseff y Neves. Al acabar el programa se supo que Dilma había tenido una bajada de tensión y que no había podido responder a una de las periodistas de la cadena de televisión. Al día siguiente las bromas comenzaron a expandirse en las redes. El médico Milton Pires, de Rio Grande del Sur, colocó en su Facebook: «¿Se está sintiendo mal? ¿Su presión ha bajado? Por qué no llama a un médico cubano, pedazo de hija de puta».

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