El premio de la Infanta para Alejandrito «el pacificador»

, | 7 diciembre, 2014

Le encantan la flauta y las ‘mates’: «Soy de dieces»… El pequeño canario que fue capaz de parar una pelea entre un árbitro y un entrenador. Ya es Premio Infanta Elena del Deporte

AlejandroFernándezJUAN CARLOS GONZÁLEZ. EL MUNDO.- Alejandro Rodríguez, un niño de siete años y apenas 1.30 centímetros de altura, pisa por primera vez un palacio, el del Pardo, en Madrid. A 2.000 kilómetros de distancia de la isla donde nació, Las Palmas de Gran Canaria. «Es enorme», exclama el pequeño. Es un día muy especial para él. Recibe el Premio Infanta Elena 2013, entregado cada año a la persona o entidad que más destaca por un gesto de nobleza en la práctica deportiva. Conoce a un rey de casi dos metros de altura llamado Felipe, a una infanta de nombre Elena e incluso a dos reinas, Letizia y Sofía. «El rey me dijo que era un campeó», confiesa Alejandro.

Se hace amigo de deportistas como Amaya Valdemoro, Simeone, Ona Carbonell y Javier Gómez Noya. Todos se hacen fotos con él. El pequeño Alejandro no se ha colado en la escena. Es el protagonista del Premio Nacional del Deporte 2013, entregado el jueves en el Palacio de El Pardo. Pelo bien peinado, chaqueta de vestir negra, camisa blanca, zapatos azules y una escayola en su brazo derecho (se hizo un esguince jugando al fútbol hace una semana). «Mira, me la firmó el Cholo Simeone», dice mostrando el yeso a Crónica, que lo entrevista en el aeropuerto de Barajas antes de su vuelta a Canarias.

Alejandrito crece entre grandes. «Es un pequeño gigante», como la reina Letizia lo definió ante su madre, Mercedes, peluquera y que le acompaña, junto a su padre Javier, taxista. Fue el 11 de mayo del 2013 cuando el pequeño delantero, «que no es de meter goles», empezó a rodearse de grandes. Y su imagen recorrió el mundo. Campo López Socas de Las Palmas de Gran Canaria. Encuentro de la categoría mini prebenjamín de la Liga de Escuelas del Ayuntamiento de la ciudad canaria. Minuto 67 de partido. «El árbitro pitó una falta para nosotros, porque uno del otro equipo le había metido un patón a uno del nuestro equipo. El árbitro le dijo que se estaban pasando, pero el entrenador contrario no estaba de acuerdo y se pelearon». Jugaban el Unión Viera B (su equipo) y el Barrio Atlántico.

Alejandrito, con 5 años, dejó su puesto de delantero y se fue corriendo al centro del campo ante la mirada atónita de 100 espectadores. Con los brazos en cruz, separó a los púgiles, el colegiado y Agoney Guerra, segundo entrenador del Barrio Atlántico. «Nunca me ha gustado que la gente se pelee y menos en el fútbol», se explica. El momento fue capturado por Rubén, el padre de un amigo de Alejandro, Yerohan. «La foto la compartieron por Twitter y a partir de ahí mi hijo ha recibido tres premios (antes llegaron el de Marca y el de Coca Cola)», cuenta su madre. Alejandro El pacificador ya tiene preparado el hueco en su «estantería de trofeos» para el premio más importante del deporte en España. No lejos de sus otros trofeos merengues, pues es seguidor del Real Madrid (y de la Unión Deportiva las Palmas y la Selección). Ya presumía de tener una camiseta firmada por Luca Modric, un balón con dedicatorias de todos los jugadores de «su equipo del alma» , el Madrid, y haber conocido a Cristiano Ronaldo, Benzemá, Carvajal… en un partido al que le invitaron a raíz de su gesto conciliador.

Alejandro es el único futbolero en casa. Sus dos hermanos, de tres y 10 años, «prefieren jugar con la Play». Entrena tres días a la semana y su sueño es jugar en el Bernabéu. Sin embargo, con su corta edad tiene claro que estudiar es lo primero. En 2º de Primaria, le encanta tocar la flauta y las matemáticas. «Soy de dieces en esa asignatura», suelta él. Resuelto pese a sus siete años, él mismo corta la conversación cuando suena la megafonía del aeropuerto, . «Perdone, tenemos que coger un vuelo. Lo siento por interrumpir», nos dice sosegado. Junto a sus padres, el pequeño aprendiz del balón, regresa a su vida normal en la isla de Las Palmas. Pero vuelve como los campeones, con su trofeo. «Me dieron una copa pequeña, la de verdad era más grande que yo y pesaba uff… «. Acaba el día más emocionante de su vida. Por ahora, ya que su sueño es ser futbolista y ganar muchos trofeos más. Eso sí, siempre jugando limpio.

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