El mito de las democracias avanzadas escandinavas, inmunes a la eurofobia, la xenofobia y el extremismo, está a punto de terminar víctima de la misma marea que sus vecinos

| 31 agosto, 2018

Una oenegé sudafricana contra la discriminación lleva ante la justicia a un ciudadano de origen griego por grabar en un teléfono comentarios racistas desde el extranjero

TOPSHOT – A South African police officer holds a rifle as he stands in Soweto Johannesburg on August 29 2018 during unrest that erupted after a foreign shop owner allegedly shot and killed a member of the community during a demonstration – Residents went on a rampage after foreign owned shops were caught allegedly selling expired food Photo by MARCO LONGARI AFP

31/08/2018 El Periódico.- Un vídeo de 22 segundos, grabado con su teléfono móvil, ha cambiado para siempre la vida de Adam Catzavelos. En las imágenes, que él mismo grabó hace días, este sudafricano de 39 años y origen heleno aparece en una playa griega, sin camiseta, con gafas de sol y tocado con un sombrero. Relajado y desenvuelto, Catzavelos celebra lo idílico de sus vacaciones, y entre los placeres que enumera está que no haya ni una sola persona negra en toda la playa. “Voy a dar la previsión del tiempo desde aquí. Un cielo azul, un día precioso, un mar impresionante y ni un solo kaffir a la vista”, fueron sus palabras textuales. Kaffir es el equivalente sudafricano del nigger estadounidense, un término especialmente ofensivo doloroso para los negros que hasta los periódicos evitan escribir con todas sus letras, optando en su lugar por la fórmula k-word (palabra de la k).

Confiado en la buena recepción que obtendría, Catzavelos compartió el vídeo con varios amigos, pero uno de ellos le traicionó y filtró el vídeo en las redes sociales la semana pasada. En cuestión de segundos el hasta entonces anónimo Catzavelos se había convertido en tendencia en Sudáfrica, un país aún marcado por décadas de apartheid y siglos de discriminación racial donde el racismo y con la sensibilidad a flor de piel para cualquier forma de racismo contra los negros. Miles de compatriotas de todas las razas se escandalizaban en las redes por su comentario y hacían un llamamiento general para identificarle. Organizaciones sociales, instituciones y partidos políticos se sumaron a la indignación masiva en las redes.

«Alerta racista»

Mbuyiseni Ndlozi, carismático portavoz del tercer partido más votado de Sudáfrica, el partido revolucionario y nacionalista negro Combatientes por la Libertad Económica, hacía este ruego: “Alerta racista. Estamos buscando a este chico blanco. Cualquiera que sepa quién es, cómo se llama y dónde vive, que me envíe por favor un mensaje directo”. Horas después de que se divulgara el vídeo, y una vez identificado su autor, una delegación de los Combatientes por la Libertad Económica acudía a una comisaría de policía a denunciar a Catzavelos por racista. Las condenas a sus comentarios seguían sucediéndose en cascada: el Gobierno, un grupo de presión afrikáner, las comunidades portuguesa, italiana y griega. Las labores de investigación de periodistas y decenas de miles de tuiteros daban sus frutos y trascendía el nombre de su esposa y de la empresa para la que trabaja, que también repudió al racista Catzavelos, como harían después la escuela a la que van sus hijos, un banco con el que colaboró y su propia familia.

“Nos distanciamos por completo de los sentimentos que expresó. Rechazamos el racismo en todas sus formas”, dijo en nombre del resto de los Catzavelos su hermano Nic, que comunicó también el cese fulminante de Adam de todas sus responsabilidades en los negocios familiares y pidió disculpas por el “daño” que causaron a muchos compatriotas las palabras del vídeo. “No podemos hablar en nombre de Adam, que deberá afrontar las consecuencias de sus acciones a su retorno a Sudáfrica”, agregó su hermano Nic, quien ha denunciado haber recibido amenazas de muerte que han llevado a sus padres a abandonar el país e informó del cierre temporal de todas las tiendas y restaurantes de la familia por temor a ataques en represalia por el mensaje de Adam. Sus empleados, en su mayoría de raza negra, han pedido a los clientes que no dejen de acudir a los negocios de los Catzavelos. “Muchos de nosotros somos los únicos proveedores para nuestras familias y sería injusto que George (el padre), Nic y nosotros mismos suframos por culpa de las acciones de Adam”.

Bucólico retiro vacacional

Desde su bucólico retiro vacacional en Grecia, donde sigue resguardado esperando a que pase la tormenta para decidir si regresar a Sudáfrica o quedarse, Adam Catzavelos también ha hecho pública su disculpa, calificando sus palabras de “desconsideradas e insensibles”. Catzavelos dice sentir “una vergüenza absoluta” por el vídeo que grabó. “No espero que la gente me perdone, pero me pasaré el resto de mi vida arrepintiéndome y tratando de reparar mi falta de respeto y juicio”.

A medida que poco a poco se apagan las brasas aún candentes del incendio, los medios de comunicación se asoman a la vida de Catzavelos en busca de más muestras de racismo y de hechos que expliquen un comportamiento que aún es aceptable en algunos ambientes privados de la Sudáfrica blanca, pero que se paga extremadamente caro cuando es expresado en público.

En una entrevista a una radio sudafricana, Nic Catzavelos ha comentado que su hermano es una persona sin interés por la política que está lejos de ser “un supremacista blanco”. “Me sorprendió mucho”, afirmó sobre el vídeo, y dijo que su familia no se caracteriza por ser racista ni se usan en sus círculos términos como kaffir. Sin embargo, el mayor de los Catzavelos recordó que su hermano Adam sí pronunció la palabra -que significaba infiel en sus orígenes y su utilización está penada por la ley sudafricana- cuatro meses atrás, al referirse a las personas de color que le atacaron a él y sus amigos durante un viaje al interior de Sudáfrica.

 

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