¿El fin del último rescoldo neonazi de Alemania?

, | 23 diciembre, 2013

El partido NPD se deshace en luchas internas, falta de recursos económicos y afronta una posible ilegalización por parte del Tribunal Constitucional. La violencia callejera de la extrema derecha, en cambio, está lejos de desaparecer.

MilitanteNPDJAVIER PÉREZ. PÚBLICO.- La crisis económica y su gestión han provocado que, en toda Europa, se haya desatado el apoyo hacia alternativas políticas que pastan por los alrededores de la extrema derecha. Francia, Reino Unido o Grecia son algunos de los ejemplos. En cambio, en Alemania, el partido neonazi por excelencia, el NPD, afronta sus horas más bajas. Para entender las razones es necesario descubrir quiénes son realmente.

«Son antisemitas, por ejemplo. Ven a Hitler como un gran hombre, niegan el Holocausto, son violentos… Es difícil demostrar todo esto porque la mayoría de estas cosas solo las dicen en privado». Carsten Koschmieder, profesor de Sociología del Instituto de Ciencias Políticas Otto Suhr, explica de esta manera por qué el adjetivo neonazi persigue al Nationaldemokratische Partei Deutschlands (Partido nacional-democrático de Alemania). Janek Lassau, un joven activista de 29 años, cuenta haber sufrido esa violencia en primera persona.

El NPD había organizado una concentración contra una residencia de refugiados en la localidad oriental de Eisenhüttenstadt. Y como respuesta, grupos contrarios prepararon una ‘contramanifestación’. «Algunas de las personas que nos atacaron se bajaron de coches en los que se podía leer el nombre del NPD. Nos pegaron con palos y nos lanzaron espray pimienta. Yo acabé en el hospital». Janek sostiene que algunos de los atacantes «eran responsables del partido a nivel local». A él no le cabe duda: «Esto demuestra que están preparados para defender su ideología con violencia».

El NPD, por su parte, trata de cultivar una imagen pública diferente. La cara amable se ve representada por Frank Franz, el portavoz del partido. Este joven de ojos azules, pelo engominado y cuidada barba de dos días mantiene un discurso diferente al que destacan el profesor Koschmieder y Janek. A través del correo electrónico, respondía con moderación a las preguntas sobre la posición del partido respecto a la política de solicitantes de asilo. En esto se ha basado la última campaña de movilización que su partido ha lanzado para arrancar votos y apoyo social. «El NPD no está en contra de los refugiados que realmente necesitan ayuda. Estamos en contra de por qué esos refugiados están aquí y cómo se gestiona su estancia», aseguraba. No obstante, más tarde matizaba: «Sí, opinamos que hay demasiados extranjeros en Alemania».

Una muerte anunciada

El NPD tiene una larga historia. Es, por ejemplo, más antiguo que la democracia en España. Nació en 1964 y ha atravesado diferentes fases. Una de las más doradas tuvo lugar tras su fundación, cuando llegó a conseguir 15 diputados en el parlamento regional de Baviera. Después cayó en una larga crisis de la que consiguió levantarse tras la absorción de la República Democrática de Alemania (RDA) por la Federal, la RFA. Desde entonces, la antigua parte comunista del país, menos desarrollada económicamente, ha sido el principal escenario de sus logros. «Sobre todo tuvieron mucho éxito captando gente joven. Poseían una amplia infraestructura deportiva. En la zona de las montañas Harz [al norte de Alemania], muchos niños de 15 años, si querían jugar al fútbol, tenía que ser con un entrenador del NPD o nada», ilustra Markus Tiedemann, profesor de la Freie Universität de Berlín y experto en partidos de extrema derecha.

Hoy, en cambio, estos vuelven a estar en claro retroceso. En las últimas elecciones generales del pasado septiembre sufrieron una amplia derrota. Se llevaron, en total, poco más de medio millón de votos, cuando en 1969 y solo en la República Federal, habían llegado a cosechar 1,4 millones. A pesar de ello, todavía conservan representación política en los parlamentos de dos Länder (Estados federados): 8 diputados en Sajonia y 5 en Mecklemburgo-Pomerania Occidental.

La falta de apoyo popular ha exacerbado las luchas intestinas por el poder. El pasado jueves, por «problemas de salud», dimitía de todos los cargos su líder, Holger Apfel, tanto en el partido como en el grupo parlamentario de Sajonia, según anunciaba Franz en un escueto comunicado de prensa. Los expertos no esperan una transición tranquila. Un posible candidato es Udo Pastörs, líder del partido en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, quien ha tomado de forma interina las riendas de la formación y que posee una retórica mucho más radical que Apfel. Otra alternativa podría ser el jefe del Estado de Baviera, Karl Richter, quien aseguraba que Apfel fue «consumido por la envidia profesional» y del que decía que en un acto escribía «continuamente con los deditos regordetes en su teléfono móvil».

Sea quien sea, el sucesor tendrá que afrontar el verdadero problema del NPD: la escasez de recursos económicos. «Los pobres resultados en las últimas elecciones les han privado de recibir numerosos fondos públicos», aclara el experto Markus Tiedemann. Asimismo, hasta 5.500 miembros se han dado de baja. «Y, además, hay que tener en cuenta que el NPD tenía muchos afiliados ancianos ricos que donaban dinero al partido, pero que ya han muerto, y sus herederos no quieren seguir financiándolo», añade.

«Al final, la desaparición del NPD es una cuestión económica. Si el Tribunal Constitucional decide que se ha de prohibir, perderían todo el dinero público que reciben». El profesor de la FU se refiere al proceso que han iniciado los 16 Länder para que el partido sea ilegalizado. El Tribunal Constitucional Federal se encuentra estudiando las pruebas presentadas en el informe de 250 páginas entregado a los magistrados.

Merkel y el Bundestag (el Parlamento federal) han decidido no involucrarse directamente en el proceso. Algunos expertos aseguran que es debido al primer y fallido intento de ilegalización, realizado hace diez años. Aquella vez, el Constitucional de Karlsruhe concluyó que los servicios de inteligencia alemanes estaban tan infiltrados en la organización, incluso en las instancias más elevadas, que era imposible diferenciar las acciones llevadas a cabo por los propios militantes de las instigadas por los agentes encubiertos.

«Si finalmente el proceso termina con la prohibición, creo que, en este momento, los euroescépticos de Alternative für Deutschland (AfD) se podrían beneficiar, así como los conocidos como ‘pro-partidos’: Pro-Deutschland, Pro-NRW… » El sociólogo Carsten Koschmieder percibe así el posible escenario político sin el NPD.

Los ‘pro-partidos’ a los que se refiere son un cúmulo de agrupaciones situadas más a la derecha de los democristianos de la CDU de Angela Merkel. «Son más populistas o nacionalistas, centrados en que la sociedad retroceda hacia unas formas más tradicionales. Para ello se basan mucho en la idea de identidad nacional». El que detalla la información es Martin Langebach, periodista y coautor del libro Europas radikale Rechte (La derecha radical europea). Para este alemán, en su país solo existe un verdadero partido de «extrema derecha como tal»: el NPD.

Más violencia que la registrada

A pesar de que el NPD se encuentre en una situación agónica, eso no significa que la ideología de extrema derecha y su violencia estén siguiendo el mismo camino. De hecho, el Ministerio del Interior ha hecho público recientemente un informe que muestra que ha habido muchas más víctimas causadas por la ultraderecha de lo que se pensaba. En concreto, ha documentado que en el período entre 1990 y 2011 se sucedieron 746 ataques, en los que 849 personas resultaron muertas o gravemente heridas. Hasta la publicación de estos datos, la cifra oficial era de 63 muertes. Las razones eran que, especialmente durante la década de los 90, los informes policiales no consideraban estos sucesos como ataques políticos.

La preocupación de los responsables de Interior nace de la conmoción provocada por las revelaciones del caso del NSU (Nationalsozialistischer Untergrund, en español algo así como Clandestinidad Nacionalsocialista), un grupo de tres terroristas que durante 11 años gozó de libertad absoluta para viajar por toda Alemania, matar a diez personas (nueve inmigrantes y una agente de policía) y cometer numerosos crímenes como atracos a bancos, con los que se financiaban. Se trata de la primera vez que se aplica el término terrorista a un grupo de extrema derecha. Actualmente se juzga en Múnich a la única superviviente del trío, Beate Zschäpe . Sus dos antiguos compañeros aparecieron muertos antes de que el caso se destapara.

«¿Deberían prohibir el NPD? No estoy seguro», opina el profesor Markus Tiedemann. «Creo que sí, pero hay buenos argumentos en el otro sentido. En primer lugar, es malo prohibir partidos en una sociedad libre. Lo ideal sería que desapareciera por sí solo. Y por supuesto, es más fácil observar y vigilar a sus miembros cuando estos pertenecen a una organización pública y legal. Además, antes o después fundarían otro nuevo partido». Él no es el único que tiene dudas sobre las consecuencias del proceso. «El apoyo al NPD se concentra en los nuevos Estados, en la Alemania Oriental, pero hay neonazis por todo el país», insiste el joven activista Janek. A él también le gustaría que el partido fuera ilegalizado, pero piensa que quizás podría ser contraproducente. «Es más efectivo educar, porque esta ideología, que está presente en una minoría, no va a desaparecer con la prohibición», concluye.

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