El atentado contra ‘Charlie Hebdo’ agudiza el auge de la ultraderecha en Europa

, | 12 enero, 2015

El islamismo y la crisis se alían en el resurgimiento de la extrema derecha.El Frente Nacional ya encabezaba las encuestas antes del atentado. La islamofobia cala hondo entre la sociedad alemana.

marine_le_pen_ultraCARLOS CAMINO. ZOOMNEWS.- “El miedo está ahí”. Explicaba tras el atentado de París la ultraderechista Marine Le Pen, y, ya sea por el terrorismo o por la crisis, el miedo atrae a los extremismos. El ataque a la redacción de Charlie Hebdo contribuye a reavivar una llama que nunca se ha terminado de extinguir en Europa: el ultraderechismo. En unas clases medias y populares del continente asoladas por la crisis económica, los partidos ultra han encontrado una tierra fértil para medrar.

“Estoy personalmente a favor de la pena de muerte”, explicaba la líder del Frente Nacional francés. Marine Le Pen ha reclamado un referéndum sobre la cuestión aprovechando el clima de tensión que se ha desatado en Francia a raíz del atentado. La ultraderecha francesa está jugando sus cartas con cuidado en esta situación, asegurándose el papel de víctima al considerarse “excluida” de las protestas de rechazo al crimen.

Le Pen ha exhibido sin rubor estos días sus armas en la tournée mediática que ha hecho en medio del duelo: “control de nuestras fronteras”, “reforzar los medios de la Policía”, “pérdida de la nacionalidad”… Todo es poco para luchar contra “la constatación evidente del nivel de infiltración del islam radical” en Francia. Todo ello aderezado con la ya comentada petición de pena de muerte.

El ataque del islamismo radical en el seno de la sociedad francesa no hace sino rellenar los graneros de votos del FN. Sin elecciones presidenciales o legislativas a la vista, los franceses sí afrontarán en apenas tres meses comicios departamentales. Hace apenas un mes, el Frente Nacional encabezaba los sondeos con un 28% – la conservadora UMP de Sarkozy tendría un 25% y el Partido Socialista, un 17%-. Un resultado que aumentaría su 24% en las Europeas del pasado mes de mayo, y que el actual clima de tensión agudizaría aún más.
En Reino Unido, la eurofobia y las políticas migratorias, han venido provocadas en parte por el auge del euroescéptico UKIP y del ultraderechista BNP. Sin embargo, también países como Holanda, Hungría o Suecia se han visto afectados por el germen del extremismo. En el caso húngaro, Jobbik se mantiene como tercera fuerza política del país con un respaldo de más del 14% de la población en las últimas elecciones europeas, con el lanzamiento de proclamas antijudías o antigitanas.

«Occidente está en guerra y debe desislamizarse», reaccionaba, por su parte, el líder de la ultraderecha en los Países Bajos, Geert Wilders. Si las elecciones en Holanda se celebrasen hoy, su PVV obtendría el doble de escaños de los que goza actualmente. En esta misma situación se encuentran en Austria, donde el FPO, Partido de la Libertad, pasó de un 12% a casi un 19% en las últimas europeas de mayo, o en Suecia, donde los Demócratas de Suecia aspiran a dar el golpe en las elecciones generales anticipadas que han de celebrarse en el país, situando la inmigración como uno de los puntos principales del debate.

Francia convive con el fantasma del Frente Nacional desde hace más de una década. El partido ultraderechista ha pasado de ser un voto de protesta a consolidarse como un “partido normal” para una mayoría de los franceses. Un sistema en el que el bipartidismo se ha visto tocado – tanto centro-derecha como centro-izquierda han estado en el Gobierno desde el comienzo de la crisis-, mientras que en el arco político galo haya surgido una formación protesta de otro símbolo como podría ser Podemos o Syriza.

El temor de Alemania

«No sigan a quienes convocan estas manifestaciones, ya que a menudo sus corazones albergan prejuicios o incluso odio». La canciller alemana, Angela Merkel, aprovechó su mensaje de Navidad para llamar la atención sobre las protestas de carácter xenófobo que están calando entre la sociedad alemana y que encuentran su reflejo en la presencia de nuevos partidos que se nutren del aumento de la inmigración y de la crisis económica. Con un 57% de alemanes que ven al islam como una amenaza, la situación germana converge con el extremismo en otros lugares de Europa.

Un reciente sondeo – realizado antes del ataque terrorista a Charlie Hebdo – indicaba que el 61% de los alemanes considera al islam como una religión incompatible con la sociedad occidental, mientras que un 40% se sentía “como extranjeros en su propio país”. Datos que achantan a una Merkel también mermada por la crisis económica.

El euroescepticismo hace mella en Alemania como en el resto de Europa, aunque con la gravedad de hacerlo en la locomotora de la UE. El auge de movimientos como Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) encuentra su comprensión y apoyo en otras formaciones de carácter antieuropeísta, y en la propia sociedad. Otro sondeo señalaba que uno de cada tres alemanes tiene simpatías con el movimiento islamófobo, que ha llegado a reunir a casi 20.000 personas en las concentraciones que viene convocando semanalmente desde el mes de octubre.
El crecimiento de los movimientos ultra despierta la reacción de los partidos políticos clásicos, encastillados en su voluntad de no perder el poder. Los programas de estos se han vuelto permeables a las ideas que germinan entre el electorado europeo, tal y como se ha podido ver en las políticas restrictivas migratorias de Reino Unido y de Suiza, o en las expulsiones de gitanos llevadas a cabo por Nicolas Sarkozy y François Hollande en Francia. Políticas nacidas por la sugerencia del voto a formaciones de este signo político.

El sur, entre el populismo y la ultraderecha

Las elecciones anticipadas en Grecia ponen el foco en la renovación del tradicional arco parlamentario heleno. Si en los anteriores comicios, las noticias se centraron en el ascenso de la izquierda radical de Syriza y del ultraderechismo de Amanecer Dorado, estos comicios están llamados a su consolidación. Tanto Grecia, como Italia ya viven en presente un auge del extremismo sin haber sido tocados por el islamismo.

Pese a los debates sobre una eventual salida del euro de Grecia, los analistas coinciden en la moderación de Syriza y en su tendencia hacia a la socialdemocracia. Sin embargo, Amanecer Dorado se mantiene firme con la mitad de sus diputados en prisión preventiva y con previsiones de ser la tercera fuerza en el parlamento griego, según los sondeos. Su posición incluso podría ser mejor, pues como en anteriores comicios, se espera que muchos griegos no reconozcan públicamente que votan a la extrema derecha.

Sus campañas de reparto de comida a los griegos se han convertido en un foco de proselitismo entre los desfavorecidos helenos. Su odio a la troika y la externalización del enemigo les granjea apoyos, sin embargo los problemas institucionales pueden dificultar su presencia en las elecciones. Muchos líderes se enfrentan al juicio, hay problemas para encontrar candidatos por el temor a acabar en los tribunales – como buena parte de los cuadros actuales -, y los fondos se encuentran asfixiados a merced de las leyes griegas que impiden la financiación para los partidos con un gran número de imputados penalmente.

Todavía en el sur, Italia intenta normalizar su situación con el resultado abrumador del Movimiento 5 Estrellas en las últimas elecciones legislativas. El caso de esta fuerza política difiere del de Grecia. Italia ya contaba antes de su llegada con movimientos abiertamente xenófobos como la Liga Norte, sin embargo, incluso estos populismos se han renovado con un trasvase de votos de uno al otro. Ciertas propuestas del M5E mantienen relación con la Liga Norte, como no aceptar que los hijos de extranjeros nacidos en Italia gocen de su nacionalidad.

Aunque con poca repercusión en España, los movimientos xenófobos tienen en nuestro país un caldo de cultivo similar al del resto de Europa. La proximidad de África, el riesgo latente del terrorismo islamista y la grave crisis económica ha dado lugar a pequeños conatos de extremismo, aunque sin un líder claro sobre estas tendencias. Sin embargo, la cercanía de los países afectados pone a la extrema derecha en una órbita lejana, aunque visible.

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