SENTIDO G.- Deben de haber oído hablar de lo atractivo que Brasil es para los turistas LGBT de todo el mundo con sus Marchas del Orgullo LGBT que atraen a millones de personas. No sólo se los conoce por eso, sino por los avances en algunas áreas, como que el matrimonio entre personas del mismo sexo esté reconocido por la Corte Suprema de Justicia y las personas transgénero sean capaces de contar con el sistema de salud nacional para su completa transición totalmente cubierto por el seguro social, de acuerdo con una decisión del Ministerio de Salud.
Sin embargo, no hay que dejar que esas (sin duda) buenas razones para la celebración entorpezcan la propia conciencia de la violencia galopante perpetrada contra los homosexuales y transexuales como norma. Un ciudadano LGBT es asesinado debido a la homofobia o la transfobia en el país cada 21 horas (2013), afirma el Grupo Gay de Bahía (GGB), una de las ONG más respetadas que abogan por los derechos LGBT en Brasil. Además, según GGB, en el año 2012 el 44% de los casos fatales de homofobia y transfobia en el mundo provinieron de Brasil.
Mientras que los senadores y diputados fundamentalistas tratan de obstaculizar cualquier progreso en cuanto a la criminalización de la discriminación contra los ciudadanos LGBT, y han tenido éxito desde hace 12 años, la presidente Dilma Rousseff se mantiene en silencio a pesar del ‘homocausto’ que se está perpetrando por toda la nación.
Por extraño que parezca, Brasil está a punto de acoger la Copa del Mundo de 2014, un evento que debe promover la comunión y la inclusión. Sin embargo, el país es, sin duda, un lugar peligroso para los fanáticos del fútbol y los turistas LGBT. Eso es algo a considerar muy cuidadosamente para los medios de comunicación internacionales, activistas de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales.
