David Alcón: «¿De verdad van a juzgar si puedo acercarme al niño por el hecho de ser gay?”

| 19 julio, 2020

El exmarido de su amiga pide una orden de alejamiento para que no pueda acercarse a su hijo. El abogado alega que «es un despropósito y una vergüenza ser homosexual» y supone una «perturbación» para el menor

RAQUEL DUVA. NIUS DIARIO.- David Alcón tiene 38 años y es homosexual. Hace unos días pudo ver las imágenes del juicio que tuvo su mejor amiga por la custodia de su hijo, después de separarse en noviembre. “Me sentí raro y muy diferente al resto de la humanidad. Insultado hasta la humillación, totalmente desamparado. Por eso recurro a interponer cuantas denuncias sean necesarias para que esto no vuelva a ocurrir”, escribió este mallorquín en una queja dirigida al decano del Ilustre Colegio de Abogados de Baleares.

Durante la vista, el letrado del padre le pidió al juez que le impusiera una orden de alejamiento para que no pudiera ver al niño. Sus argumentos: porque “es un despropósito y una vergüenza ser homosexual” y afecta en la educación del menor.

David conoce al pequeño desde hace cuatro años y en varias ocasiones se ha hecho cargo de él. “Le he ido a recoger al colegio, le he preparado la comida, le he llevado al dentista, a entrenar al fútbol o al parque con sus amigos”, explica. El juez no ha rechazado la posibilidad de admitirlo a trámite e incluso podrían juzgarlo en una pieza separada.

“¿De verdad van a juzgar si puedo acercarme al niño por el hecho de ser gay?”, se pregunta con indignación. El próximo 20 de enero volverán a los tribunales. David ya ha presentado una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil de Inca por un delito de homofobia y daño a su dignidad y también va a acudir a la Fiscalía de Delitos de Odio. Se ampara en el artículo 510 del Código Penal y en la ley 8/2016, que garantiza los derechos de lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales.

Orden de alejamiento

David lleva 17 años con su marido. Forman parte de la asociación LGTB del municipio en el que residen y participan en las fiestas del orgullo gay. Es entrenador de fútbol y participa en actividades con unos 600 menores. Cuida del niño siempre que su amiga lo necesita porque está trabajando o tiene que acudir a algún sitio. 

Pero según decía en la sala Guillermo Batle – el abogado del padre del menor y familiar suyo- “desde que David ha aparecido en la vida de su amiga, está perturbando la vida del hijo”. Por eso le ha pedido al juez que dicte “una medida para que esta persona no se acerque más al niño y no vaya nunca más al colegio y ni siguiera pueda hablar con él”.

“Jamás pensé verme en esta situación. Nunca había sentido la homofobia en mis propias carnes y es sinceramente desolador”, dice David. No entiende por qué se ha visto implicado en esta disputa, cuando se está tomando una decisión por la custodia de un menor entre sus progenitores.

Sólo quiero lo mejor para el pequeño. Me he sentido insultado vejado, humillado y discriminado en público», confiesa. Por eso también ha presentado una queja contra el  titular del Juzgado de primera Instancia número 2 de Inca, que no hizo ningún reproche por estas palabras al letrado dentro de la sala.

El código ético para la carrera judicial establece que los magistrados “deberán comprometerse activamente en el respeto de la dignidad e igualdad, sin discriminación por razones de sexo, origen racial o étnico, discapacidad, religión o creencia, orientación sexual o convicciones políticas”.

“El silencio en la sala mientras no solo me humillan a mí, sino también a todo el colectivo LGTBI es desgarrador. Me produce desconcierto y desamparo. Es increíble que en la Europa del siglo XXI esto pueda seguir ocurriendo y que pongan en duda que un homosexual pueda cuidar de un menor», critica David. 

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