Cuba intenta enmendar décadas de homofobia al cambiar la Constitución

| 22 julio, 2018

22/07/2018 El País.- El proyecto de reforma constitucional aprobado por la Asamblea Nacional redefine el matrimonio como la “unión entre dos personas”

La Asamblea Nacional de Cuba debatió este domingo un artículo de la reforma constitucional en curso que abre la vía al reconocimiento del matrimonio homosexual. En el borrador de la Carta Magna, que fue aprobado hoy y pasará en verano un proceso de consulta popular, se redefine el matrimonio como la “unión entre dos personas”. El texto vigente lo limita a la unión entre hombre y mujer. La aprobación del artículo supone un avance de gran calado en un país que arrastra el peso de décadas de discriminación por orientación sexual.

“Con esta propuesta de regulación constitucional, Cuba se sitúa entre los países de vanguardia, en el reconocimiento y la garantía de los derechos humanos”, afirmó la diputada Mariela Castro, hija del expresidente Raúl Castro y una de las principales promotoras del reconocimiento de los derechos de la comunidad LGTBI en la isla como directora del Centro Nacional de Educación Sexual. La parlamentaria explicó que la reforma del artículo sentaría las bases para que a partir de ahí se pueda aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo en una legislación específica e incluso la adopción por parejas de gais o lesbianas. “Todas las familias han de tener garantizados por el Estado los derechos y vías para alcanzar estos fines”, concluyó.

El diputado Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, expresó su “inmenso orgullo” por la posibilidad de este avance y afirmó: “Estamos inaugurando una nueva era. Esta es una Constitución dialéctica y moderna. Y si hay que romper la tradición, se rompe. En el socialismo no cabe ningún tipo de discriminación entre seres humanos. Estoy a favor del Artículo 68 [sobre el matrimonio] de la nueva Constitución. Señores, el amor ni tiene sexo”. La parlamentaria Yolanda Ferrer defendió que la diversidad sexual sea “un derecho y no un estigma”, llamó a dejar atrás “siglos de atrasos” —en la década de los sesenta se llegó a internar a los gais en campos de trabajos forzados— y añadió: “Cuántas personas conocemos que son homosexuales o bisexuales y son personas dignas y que están cada día junto a nosotros y muchas veces viven juntas, pero a las que hemos negado el derecho de constituirse en familia”.

La posibilidad de que Cuba llegue a aprobar el matrimonio homosexual ha sido recibida con satisfacción por la comunidad LGBTI en la isla, aunque en comentarios en redes sociales algunos activistas han subrayado la necesidad de que el avance en este aspecto de los derechos sociales vaya acompañada de más libertades políticas y de asociación.

El proyecto de reforma constitucional no contempla cambio alguno en el sistema político, mantiene al Partido Comunista como único legal y, si bien elimina la referencia al comunismo como modelo ideal, impone la “irrevocabilidad del socialismo”. El texto fue aprobado por unanimidad por los 605 diputados y, con respecto a la Constitución vigente –de 1976 y escrita con el molde de las constituciones del bloque socialista–, contiene novedades sustanciales como el reconocimiento de la propiedad privada y la institución de un primer ministro. El proyecto será sometido a consulta popular entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre y finalmente deberá ser aprobado en un referendo en una fecha aún por anunciar.

Por teléfono desde La Habana, el activista LGBTI Isbel Torres, de 43 años, decía este domingo que estaba “muy contento” por el cambio constitucional sobre el matrimonio y que no se lo esperaba. “Pensaba que las fuerzas más retrógradas dentro del gobierno iban a tener el poder de evitarlo, pero afortunadamente no ha sido así”. Torres afirma que es un paso imprescindible y añade que queda “mucho trabajo por hacer”. “Cuba sigue siendo un país bastante homófobo, más en las provincias que en la capital, eso sí; pero abundan la homofobia y sobre todo la transfobia y a nivel institucional la policía y el ejército son lugares donde se expresa la homofobia de manera terrible. En las escuelas, además, el bullying homofóbico es muy común y no existe ningún tipo de prevención”.

Una de las páginas más negras del castrismo fue la existencia de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción entre 1965 y 1968, campos de trabajos forzados para la “reeducación” de todos aquellos que el régimen de Fidel Castro consideraba extraviados con respecto a la moral revolucionaria. A las tenebrosas UMAP se enviaba a delincuentes, disidentes políticos, religiosos y homosexuales, entre otros. Se estima que en ellas fueron recluidos alrededor de 30.000 cubanos, y específicamente unos 800 gais.

Un pasado de torturas 

El historiador Abel Sierra Madero, estudioso de las UMAP, explica a EL PAÍS que en estos centros se llegaba a torturar a los presos y criticaba que el Gobierno cubano nunca haya pedido perdón por ello y mucho menos resarcido a las víctimas. “Siempre han tratado de hacer ver que las UMAP fueron un error, y Fidel Castro se quitó responsabilidades diciendo que él estaba muy ocupado gobernando y no sabía lo que pasaba allí. Pero no fueron ningún error aislado. Las UMAP fueron un fenómeno sistémico de la revolución”.

Emilio Izquierdo, director de la asociación UMAP Miami, que denuncia lo sucedido en los campos de trabajos forzados, considera que supusieron “un delito de lesa humanidad que debería ser juzgado como tal”. Izquierdo, de 70 años, estuvo dos años preso en una UMAP de la provincia de Camagüey por disidente político y recuerda la crueldad especial con la que se trataba a los presos homosexuales: “Los separaban del resto y hacían equipos de trabajo compuesto solo por gais, dividiendo en grupos distintos a los activos y a los pasivos, y sometiéndolos a toda clase de insultos, palizas y encierros en calabozos”.

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