Confinados en casa por el virus y en la habitación por la LGTBfobia familiar

| 5 abril, 2020

EFE. LA VANGUARDIA.– El confinamiento obliga a muchos jóvenes a autorrecluirse en su habitación al convivir en domicilios en los que se niega su identidad u orientación sexual, un «maltrato psicoemocional continuo» que los psicólogos animan a combatir «hablando y sacando todo lo de dentro para que no se pudra».

Es una de las recomendaciones de Alejandro Alder, psicólogo de la Federación de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb), organización que ha puesto a disposición de las personas que se encuentren en esta situación de vulnerabilidad la «Línea Arco Iris».

Con esta línea se pretende ayudar a que las personas que están viviendo en un ambiente o en un contexto lgtbfóbico -que puede ser familiar o de compañeros de piso- «lo lleven lo mejor posible», según explica Alder a Efe.

.- ¿CÓMO HACER FRENTE A LA LGTBFOBIA?

Alder señala que esta realidad, sumada al confinamiento, puede generar ansiedad, depresión, frustración, rechazo y aislamiento, y propone «diálogo y respeto» como solución ideal para combatirlos.

Pero recomienda poner límites si la situación «es más compleja» y, en el caso de que ni el diálogo ni los límites funcionen, urge a «hablar y expresar las emociones con amigos y familiares» porque «lo que se queda dentro se pudre y más en esta situación».

«Y si aparte de expresar tus emociones, notas que sigues atrapado en esta vorágine emocional, hay que buscar ayuda», advierte Alder, quien recomienda llamar a la policía en el caso de que se «alcance un punto imposible y un maltrato muy fuerte».

Alder, que rechaza la «resignación», cree que es necesario «aceptar la situación», porque «reconocer que existe un problema nos da una oportunidad para poder gestionar la adversidad de una manera mas funcional».

Y lanza un mensaje de esperanza de que «esto va a pasar, que hay que vivir el día a día y que, cuando acabe, todos tendremos algo más de fortaleza y habremos crecido un poco mas».

.- ROBIN (21 AÑOS Y GÉNERO NO BINARIO) NO SALE DE SU HABITACIÓN

Robin, de género no binario (identidad sexual que no corresponde con la división convencional de los géneros hombre-mujer), es una de las personas que han relatado a Efe que no salen de su cuarto durante este confinamiento.

Explica que cuando sus padres se dirigen a él le hacen «missgender» (utilizan un género de forma incorrecta) y usan su «deadname» (nombre antiguo).

«Si les corrijo puede implicar una discusión a veces más allá de las palabras», revela Robin, quien está logrando superar estos días con el apoyo de su pareja (también trans), que vive con él y con sus padres.

Además de la ayuda de su pareja, se ha apoyado en su hermana y en amigos a través del teléfono y reconoce que, aunque pensó en llamar a una línea que ofrecía ayuda a gente trans, no lo hizo porque no quiere que le oigan.

«Mis padres no son los peores del mundo, pues han acogido a mi chica y no nos echan de casa, pero no respetan nuestro género», asegura Robin, quien narra que le suelen decir que es «género-inventading», que nunca le van a llamar cómo él quiere y que «le tratarán correctamente cuando sepa hacer las cosas».

.- LA FAMILIA DE LEO (TRANS DE 32 AÑOS) NO ACEPTA SU TRANSICIÓN

Leo reconoce que, en su caso, el confinamiento está siendo difícil porque está a punto de empezar el tratamiento hormonal y parte de la familia con la que vive actualmente (su madre y su abuelo) no lo aceptan ni respetan» debido a que son «muy, muy religiosos».

Comenta que, principalmente, su madre no le trata como lo que es, un chico trans, sino que le llama por su ‘deadname’ «y lo seguirá haciendo». «De hecho siempre que yo me trato en masculino ella me corrige y eso es muy, muy frustrante».

«Me quiere echar de casa -literalmente me ha dicho ‘a la puta calle’-«, explica, y revela que le ha dicho que en su domicilio «no va a permitir» que sea él mismo.

Comenta que, para tratar de llevarlo lo mejor que puede, evita pasar mucho rato en la misma habitación con ella y opta por mantenerse ocupado.

El confinamiento le está haciendo más dura la transición «porque tener que lidiar con esos comentarios tránsfobos tan a menudo, hace mella», además de que lamenta que está retrasando su salida de casa para irse a vivir a otro lado.

Leo ha recurrido a la ayuda telemática de Cogam (Colectivo Gay de Madrid) y a la de Proyecto Ámbar «para el tema laboral».

.- ARTURO (28 AÑOS Y GAY) NO PUEDE HABLAR EN CASA DE SU DIVERSIDAD SEXUAL

Arturo explica que nunca ha podido «hacer o decir en casa nada relacionado con su orientación sexual» como chico gay -aunque en los últimos tiempos se siente algo más pansexual-, así como tampoco sobre su situación de persona con discapacidad, que siempre le ha generado rechazo y exclusión social.

«Para mi familia, padres en mi caso, siempre son temas muy complicados, y dada su, digamos, ‘mente poco abierta’ y algo de LGTBfobia, para evitar conflictos prefiero que sean siempre lo más tabú posibles, a sus ojos, y oídos», lo que, reconoce «es una desgracia para mí, ya que no tengo más familia».

Por ello, Arturo lamenta que no le quede otra que «aceptar y asimilar esta situación, y seguir adelante como «si formara parte de la ‘heteronorma'», lo que origina «una calma tensa» en el domicilio.

Dice que el confinamiento por la COVID-19 le está afectando, pero señala que es una situación que sufre habitualmente, ya que la discapacidad que tiene y que le provoca problemas de movilidad le obliga a «estar confinado de por sí».

«El no poder ser tú mismo es algo que puede afectar mucho psicológicamente (…) y se acrecienta si no tienes un circulo social mas grande, en quien poder apoyarte, como también es mi caso», prosigue.

Por ello, intenta tener contactos sociales «a través de las redes sociales, sobre todo», pero lamenta que la gente no sea «ni sensible, ni empática, ni cercana».

.- SUKAINA (24 AÑOS Y LESBIANA) ES «OTRA PERSONA» EN SU CASA

Sukaina ha optado por no sacar «nunca el tema» para evitar situaciones complicadas, aunque reconoce que «hay momentos incómodos» en los que tiene que fingir claramente que es lo que no es.

Reconoce que le provocaba «muchísima ansiedad» pensar que no podía contar a su familia cómo es «realmente por miedo a represalias», pero ahora se ha aceptado «totalmente» lo lleva mejor. Para «controlar la situación», Sukaina recurre a hablar con sus amigos. 

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