Conchita Colás, la tercera agredida del chico de la patada al que ahora piden tres años

, | 22 febrero, 2017

«Me molesta ver al chaval por el barrio con sus colegas de risas cuando debería estar encerrado», dice un vecino

LUCAS DE LA CAL. EL MUNDO.- Conchita siempre dice que fue víctima de un juego de rol entre dos críos no tan críos. Tenía 60 años ese 9 de octubre de 2014 cuando sufrió una entrada al tobillo. En los pasillos del Corte Inglés de la calle Francesc Macià de Barcelona un chico de entonces 23 años llamado Mario García Montealegre atacó al pie derecho de Conchita mientras su amigo Álvaro Granjea grababa por detrás con el móvil. La escena ya la repitieron un año antes en el paseo marítimo de Benidorm. Y también en 2015 en Barcelona. Las víctimas siempre eran mujeres. Él simplemente se lo tomaba como un juego. Por eso quería que alguien le grabase para poder difundir su «hazaña» entre sus grupos de WhatsApp.

No le pareció tan divertido cuando el vídeo de su última agresión conocida, tras una noche de fiesta en la Ciudad Condal, salió en todos los medios y el tribunal callejero y tuitero de la opinión pública se pasó una semana viralizando el vídeo y convirtiendo a Mario en uno de los personajes más odiados del año.

En la semana en que la Fiscalía Provincial de Barcelona ha pedido tres años de cárcel y una indemnización de 45.000 euros para este joven de Talavera de la Reina, Crónica revela una tercera agresión de Mario, hasta ahora desconocida.

El chico de la patada lo ha vuelto a hacer. Conchita, la catalana agredida, recuerda a la perfección lo que pasó. «Sufrí un tremendo golpe por detrás en mi pie derecho, volé. Me estampé contra el suelo, fractura de húmero, traumatismo en la sien y en la rodilla, aún tengo que utilizar plantillas, y derrames de líquido sinovial. Todo un regalo me dejó el hijo de…».

La mujer cuenta que en ese momento sólo había un par de dependientas que la asistieron pero no vieron la escena. Mario permaneció detrás «haciéndose el loco». Conchita desde el suelo se dirigió a él y éste dijo que no había hecho nada, que estaba esperando a su madre, y se largó. «Al fondo del pasillo había otro chico grabando con el móvil, su cómplice», asegura. Al ver el vídeo viral de la agresión a la otra chica de Barcelona, Conchita enseguida reconoció a su agresor y lo denunció a los Mossos. «Pasé una rueda de reconocimiento con fotos de tamaño carnet en las que el chico aparecía con bigote y barba, irreconocible por el aspecto con el que le sacaron en televisión meses después. El juez me dijo que si no estaba convencida de que era él no le podían traer a Barcelona. Y así se quedó la cosa hasta ahora».

Conchita quiere participar en la acusación actual. Sabe que si lo admiten, la pena de cárcel que pide la Fiscalía aumentaría por reincidente. «Quiero que pague por las más de 60 sesiones de rehabilitación que hice por su patada».

El letrado Manuel Merino es quien lleva la acusación popular en nombre de la Asociación Nacional de Afectados por Internet y las Nuevas Tecnologías (ANFITEC). Por ahora, únicamente se le imputa a Mario la agresión del 22 de febrero de 2015 en la Diagonal de Barcelona. La víctima de su patada al tobillo se llama Gloria, tiene 48 años y sufrió aquella noche un esguince, dos hematomas en la rodilla y en la muñeca izquierda y dolor cervical por culpa de la caída. Estuvo 75 días de baja. «El escrito de acusación de la Fiscalía señala que tanto Mario como el chico que grababa, Álvaro, actuaron con el afán de humillar y ridiculizar a una mujer por el hecho de serlo», añade Merino.

Dos años han pasado desde que la identidad del agresor Mario saliera del anonimato. «Imagínate cómo ha tenido que vivir todo este tiempo», dice su abogada Ana Isabel Ramos. Lo que sabemos es que el chico sigue viviendo con sus padres y su hermana en Talavera y que se ha borrado todo rastro suyo en alguna red social y en WhatsApp.

El miércoles por la mañana le fuimos a buscar. Le encontramos trabajando en la empresa de muebles de cocina que tiene su padre en un polígono. Subido a la furgoneta, descargando cajas y vestido con un mono de trabajo verde, no quiere responder a ninguna pregunta y huye. Su padre, Luis Fernando, tampoco accede a contestar a la pregunta de cómo ha vivido la familia la situación. El cómplice cámara, Álvaro Granjea, cuelga también al otro lado del teléfono.

«Ese miserable lleva escondido dos años. Sale poco de casa y se mueve con los amigos de siempre», cuenta un hombre que vive en la misma calle que Mario. «A su familia, que no tiene culpa de nada, esto le ha destrozado. Sobre todo a su madre, Soledad, le ha consumido. Saben que la gente les señala. Y a mí me molesta ver al chaval por el barrio con sus colegas de risas cuando debería estar una temporada encerrado», afirma un chico de la misma edad que el agresor.

En la declaración en el juzgado de Talavera, Mario dijo que se arrepentía de lo que hizo y que fue un hecho puntual porque iba borracho. Lo que no sabía es que poco después este periódico publicaría otro vídeo suyo agrediendo de la misma manera a una chica en Benidorm un par de años antes. Como hizo sin motivo también con Conchita. A la espera de que se fije el juicio, ya conocemos tres agresiones a mujeres de Mario. ¿Habrá más?

QUIÉN ES: Conchita tiene 62 años y fue agredida por Mario García Montealegre en 2014. Una patada al tobillo por detrás que le causó múltiples lesiones. REINCIDENTE: Conocemos otras dos patadas grabadas de Mario en Benidorm y Barcelona. PRISIÓN: Por su última agresión, le piden tres años de cárcel y 45.000 euros de indemnización

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