Aumentan las cruces gamadas en los campos de concentración

| 21 abril, 2020

El crecimiento de mensajes nazis y el crecimiento de la extrema derecha en Europa presenta un nuevo escenario social. Javier Ros, junto con trabajadores de memorias del Holocausto, han analizado la situación actual

CLARA MOLLÁ. MIRADA 21.- Las cruces gamadas, las fotografías con saludos hitlerianos o los mensajes que glorifican al nazismo son algunos de los alegatos que hacen los visitantes en los libros de lugares de memoria instaurados en lo que fueron campos de exterminio nazis. Desde 2015, los incidentes se han duplicado en el campo de Buchenwald, que está a escasos kilómetros de Weimar, Alemania. 

Javier Ros, sociólogo y profesor de la Universidad Católica de Valencia (UCV), considera que la mayoría de casos son “actos aislados”. “Varios de ellos pueden ser simple gamberrismo con la audacia de usar ese tipo de simbología que siempre es más impactante”, explica. Sin embargo, afirma que alguno puede tener como fin la reivindicación del nazismo y el ensalzamiento nacionalista “mal entendido”. También, reconoce que ahora existe un contexto social de “gran descontento”. “Cada vez hay tasas más altas de analfabetismo funcional y una capacidad de análisis, reflexión y crítica menor. Esto hace que los extremos y populismos cada vez adquieran mayor peso en la vida política de los países europeos y grupos juveniles”, añade Ros.

“Si bien el negacionismo del Holocausto ha sido una corriente de investigación histórica escasamente difundida, ha sido utilizada por distintos grupos de extrema derecha con el fin de apuntar pruebas ‘científicas’ que eliminasen esta terrible mancha de sus orígenes”, afirma Ros. Además, reconoce que el “negacionismo” se utilizó para blanquear el nazismo y presentarse “como víctimas del poder capitalista y comunista que les acusaba de tan tremendas acciones”, explica Ros. 

Auge de la extrema derecha

Esta tendencia aumenta conforme avanzan los años y el número de ciudadanos alemanes que vivieron la guerra va disminuyendo. Además, en los últimos años ha crecido la importancia del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). Este partido ha ascendido desde 2013. Hace un año, Bjöm Höcke, uno de los dirigentes del grupo, propuso un “giro de 180 grados” a la cultura de la memoria alemana. También, tachó de “monumento de la vergüenza” a uno de los memoriales de los Judíos asesinados en Europa. Alexander Gauland, otro dirigente, animó a los ciudadanos durante un encuentro a “sentirse orgullosos de los soldados del ejército alemán que combatieron durante la Segunda Guerra Mundial”.

Ros considera que el auge de la extrema derecha en Europa es, en primer lugar, fruto de la fractura que se ha dado en los últimos tiempos entre la ciudadanía y los partidos políticos “tradicionales”. “La corrupción destapada en los partidos socialistas francés e italiano, los escándalos en la derecha gala, las posibles conexiones de la Democracia Cristiana en Italia con la mafia, la política-espectáculo-negocio de Berlusconi, junto con la dificultad endogámica del sistema democrático italiano para formar y mantener gobiernos estables han generado una gran desconfianza de la población hacia los partidos y políticos de siempre”, afirma Ros. También, piensa que los ciudadanos han encontrado en las nuevas fuerzas “populistas” una posibilidad de respuesta a “problemas que no están siendo resueltos por los gobiernos”. 

Intervención en la comunicación

La mayoría de los diputados de la AfD que han llegado a los parlamentos regionales han querido intervenir en la programación históricocultural de los lugares de memoria. Uno de los dirigentes del partido cuestionó la historia que se estudiaba en las escuelas y alertó a los padres de un posible adoctrinamiento. “Han llegado a cuestionar la elección pedagógica y quieren borrar ciertos aspectos históricos”, explica Bianca Klose, representante de la asociación berlinesa Consejo Ambulante Contra la Extrema Derecha (MBR).  

Ros reconoce la importancia de la manipulación de la educación y los medios de comunicación en los orígenes del partido nazi. “Fue decisiva para llegar al poder”, afirma. “Al incendiarse el Reichstag, Hitler consiguió mediante la manipulación de los medios de comunicación atribuir el hecho a los comunistas. Así, logró que se anularan las libertades de la República de Weimar y se convocaran nuevas elecciones, en las cuales consiguió una mayoría aplastante”, explica.

También, afirma que, a día de hoy, la situación es similar. “Evidentemente no hay una percepción tan clara de monopolio mediático como pudo ser en la Alemania nazi, o en la Rusia soviética, pero no es menos cierto que hay una cierta conjura de los medios de comunicación mayoritarios para difundir y consolidar lo políticamente correcto”, explica Ros. Además, reconoce que este modo de comunicar procede de varias corrientes filosóficas. “Es importante situar lo políticamente correcto como el producto del marxismo cultural, hijo de la Escuela de Frankfurt y del marxismo estructuralista. Se trata más bien de un asalto al poder, no tanto de un partido político concreto, cuanto de una nueva cultura contraria a la vida y a la familia y, en última instancia, a la propia persona”, añade Ros.

Una sociedad inmanentista

Ros reconoce que el contexto de la sociedad actual acompaña a que grupos de extrema derecha e izquierda crezcan.“Hoy en día, en una sociedad totalmente mediatizada por el inmanentismo, la gente puede posicionarse a favor de partidos que en su tiempo llegaron a perpetrar crímenes contra la humanidad sin tan siquiera planteárselo; lo mismo ocurre con el comunismo”, afirma. 

También, afirma que es “importante” conocer que tanto el bando soviético como los aliados occidentales cometieron “grandes” masacres. “Por parte de la URSS, los genocidios estalinistas en Ucrania y Armenia, la matanza de Katyn o las violaciones sistemáticas de mujeres como arma de guerra en el frente oriental, un hecho escuchado directamente por mujeres polacas”, explica Ros. También, añade que los aliados occidentales realizaron “bombardeos masivos” sobre población civil en Alemania al final de la guerra. “No hay que olvidar el arrasamiento de Hisoshima y Nagasaki por las bombas atómicas que, curiosamente bombardearon las dos ciudades con más católicos de Japón por orden expresa del presidente Truman”, concluye Ros. 

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