3.000 manifestantes de extrema derecha muestran músculo en Berlín contra los refugiados

| 12 marzo, 2016

Una manifestación multitudinaria en contra de la política de asilo de la canciller Angela Merkel recorre las calles de la capital alemana. Los asistentes sobrepasaron las expectativas de los organizadores y la contra-protesta fue menor de lo esperado

maninaziberlínCARMELA NEGRETE. ELDIARIO.ES.- Banderas pre-constitucionales, eslóganes como «orgullo blanco» en las camisetas y grupos abiertamente neonazis como la ‘Kameradschaft Northeim’ se han congregado este sábado en Berlín. Una amalgama de miembros del partido de extrema derecha NPD, que en este momento está siendo juzgado y podría ser prohibido por su ideología nazi, así como hooligans y otros extremistas se han dado cita en la estación central de la capital alemana. Con el lema «Merkel tiene que irse» han reunido hasta 3.000 personas, una cifra que sería todo un récord para un encuentro de estas características.

Hans, un activista del movimiento antifascista, asegura «desde el fin de la Segunda Guerra Mundial no tenía lugar una manifestación con ideología nacionalista tan numerosa en el centro de Berlín».

El pasado noviembre ya se pasearon 5.000 manifestantes convocados por el partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), pero entre ellos también había numerosos «ciudadanos preocupados», como se autodenominan. Gente que hasta ahora no estaba politizada pero está disconforme con la política de asilo Merkel. En esta ocasión, el partido se ha distanciado de este acto mediante una nota en el Facebook de Frauke Petry, co-presidenta del partido y famosa por su opinión de que las fronteras alemanas y europeas deberían ser protegidas de los refugiados incluso disparándoles. Petry recordó a sus seguidores en su cuenta de la red social que sería contraproducente para el partido participar de la manifestación por si se producían actos violentos. Así que, en teoría, solo ha asistido el núcleo duro.

Manifestante con ropa de la marca Thor Steinar, que se relaciona con la extrema derecha y los neonazis, durante la manifestación «Merkel tiene que irse»

Las elecciones de mañana en Alemania serán la segunda señal de alarma que, de forma consecutiva, se enciende para la canciller Ángela Merkel. Los votantes de los estados de Baden-Wurtemberg, Sajonia Baja y Renania-Palatinado darán al partido antiislam y antimigración AfD entre un 8 y un 18% de sus votos, según los últimos sondeos. Si las encuestas se cumplieran, pasaría a estar presente en los parlamentos de uno de cada dos estados. Ahora que es posible que el partido NPD sea prohibido, muchos de sus miembros ya planean pasarse al AfD, como demostró una investigación realizada por la televisión pública ARD.

Ni el NPD ni los partidarios del movimiento PEGIDA (los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) ven a la prensa con buenos ojos. En la marcha ultraderechista de este sábado los manifestantes han comenzado a insultar a un equipo de televisión, a los que gritaron «mentirosos».

Los ataques a la prensa se repiten, además de en Dresden (donde comenzó y se mantiene el movimiento PEGIDA), en el resto de ciudades alemanas. Los manifestantes atacan sin tapujos a los periodistas, les rompen la cámara, los escupen y los empujan en este tipo de manifestaciones. Las redacciones reciben amenazas de muerte y todo tipo de mensajes intimidatorios. Lo que comenzó como hostigamientos contra periodistas de izquierda, ha pasado a ser un problema que afecta a las principales figuras periodísticas de Alemania, como Dunja Hayali o Anja Reschke.

Dentro de los críticos mas radicales contra Merkel también hay inmigrantes y la extrema derecha los ha abrazado transformando su ideología en los últimos tiempos. Como el paquistaní Zahid Khan, que opina que «el islam es el punto máximo de la manifestación de la obra de satán» y ha escrito un libro explicando el porqué detalladamente. Los «inmigrantes criminales» son el objetivo de los racistas, no los refugiados de guerra, aseguraron los manifestantes en Berlín. Pero están de acuerdo en «cerrar las fronteras de una vez».

Desde los altavoces se difundían ideas como la siguiente: «Todos los países deberían poner palacios de oro a los alemanes allá donde van, por todo lo que han hecho por la humanidad». O «Alemania es una gran nación y nosotros somos su pueblo». O también «Alemania es una empresa y continúa en guerra porque nunca se firmaron tratados de paz».

En contra de la protesta se han movilizado un amplio espectro de la sociedad civil alemana, desde el partido de la canciller Merkel (CDU) hasta los sindicatos (DGB), la izquierda (Die Linke) y los verdes (Die Grüne). Pero al contrario de la extrema derecha, su convocatoria no ha sido seguida por un número elevado de personas, como suele suceder siempre que tiene lugar una manifestación neonazi.

En varios puntos, algunas personas se concentraron para gritar a los racistas que no tienen lugar en esta ciudad. La policía los separó de tal modo que casi no llegaron a escucharse mutuamente la ristra de insultos que se gritaron unos a otros. Todo el centro de Berlín quedó durante la marcha paralizado: desde la Puerta de Brandenburgo, a la estación central y la plaza de Alexander.

 

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